Familiares del reconocido cantautor Daniel Albarracín, conocido como El Lagunero, denuncian que lo velaron cuando aún estaba vivo. Su hija Natalia realizó una presentación en los Tribunales de Melincué, en la que acusa a los médicos y sostiene que le negaron una autopsia en el momento del hecho, en junio de 2012.

La mujer entabló la acción puntualmente contra tres médicos. El texto, presentado en sede judicial fue reproducido por el sitio Diario Firmat, dice lo siguiente:

“Mi padre, el señor Daniel Albarracín, padecía una patología que le afectaba los riñones, desde hacía un año de dializaba en la ciudad de Venado Tuerto en el Sanatorio San Martín. A consecuencia de su enfermedad, se deprimió, dejo de comer y conforme expresaron los médicos que lo atendieron padecía anorexia nerviosa, razón por la cual debía ser medicado constantemente”, relató.

“Había reducido su peso a sesenta kilos y estuvo un mes internado en el Sanatorio Beroiz”. Con ese cuadro inicial, la mujer indicó que el 29 de junio, día en que supuestamente falleció, “intenta desayunar, minutos después de ello empieza a descomponerse. Mi madre nos llama a mí y mis hermanas y al Samco de Melincué”.

Luego, detalló que “el enfermero le abre los ojos y dice «palmó Albarracín». La doctora, con el estetoscopio, oye los latidos del corazón de mi padre y manifiesta que el 29 de junio de 2012 a las 7.30 horas estaba muerto”.

“Se fueron y a las 9.30 horas lo llevan y se dispone toda para empezar con el velorio, siempre sin el certificado de defunción”, prosigue. “Con mi madre y mis hermanas permanecimos junto al cuerpo supuestamente inerte de mi padre y al tocarle las manos nos dimos cuenta que estaba tibio, con su manos blandas, y nos dio vergüenza decirlo pero nos pareció que estaba vivo”, añadió.

En su presentación judicial, la hija del músico dijo también que “a las 14 nos acercamos y pusimos la música que él tocaba. En ese instante veo junto a mi madre una mueca y/o sonrisa en el rostro de mi padre pero ninguna de las dos dijimos nada. No nos animamos a hablar del tema por vergüenza por creer que nos iban a tratar de locas”.

“A las 20.30 horas me voy a mi casa a descansar y luego vuelvo al velorio. Lo seguía sintiendo tibio y cerca de las 23 del viernes ya lo sigo notando caliente, la temperatura corporal como si estuviera vivo”, indicó.

“La misma impresión tuvo mi cuñada”. Al solicitar otros estudios, un médico dijo que estaba muerto, “pero reconoce que en ese momento no tiene la temperatura correspondiente a una persona fallecida”.

Señaló además que al día siguiente, a la mañana, “el cuerpo estaba caliente y entonces me dirijo a la policía a explicar lo sucedido y efectúo la pertinente denuncia”.

El domingo a las 12.30 horas lo enterraon. “Nadie quiera dar certeza de la hora de la muerte porque de ellos quiere perjudicarse con lo que ya ha informado y no quiere poner en tela de juicio la labor realizada por todos los médicos que intervinieron en este caso”, concluye Natalia.

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