Otra vez. Como ya se hizo una costumbre. La selección argentina volvió a quedarse a las puertas de la gloria, en una especie de deja vu de lo vivido el año pasado en Santiago. Porque nuevamente Chile lo privó de la vuelta olímpica, esa que a nuestra selección se le niega ya desde 1993. Y las lágrimas de Messi, que renunció a la selección, fueron las lágrimas de todos.



Fue por penales, ahora en el estadio MetLife de New Jersey. El tiempo reglamentario y el suplementario acabaron sin goles, con dos expulsados por bando, y un trámite que fue de mayor a menor en intensidad. Los que vieron la roja en el primer tiempo fueron Marcelo Díaz y Marcos Rojo.

El desarrollo fue parejo, pero Argentina tuvo las ocasiones más nítidas: en el primer tiempo, Gonzalo Higuaín (de nuevo él) falló un mano a mano inmejorable ante Claudio Bravo. Y ya en el agregado, el propio 1 trasandino le sacó una pelota imposible a Sergio Agüero.



En la tanda de penales, todo arrancó perfecto porque Romero le detuvo su disparo a Vidal. Pero a comntinuación, Messi tiró el suyo a las nubes, en lo que sería toda una insinuación de la pesadilla que estaba por venir. Biglia erró el cuarto y finalmente Silva sentenció la historia a favor de los que llegaban como monarcas vigentes del fútbol continental.

La selección vuelve a mancarse en una final. Y ya acumula varios años de desencanto. Su último éxito data de 1993, cuando el equipo de Basile obtuvo este mismo certamen en Ecuador. Luego, perdió dos finales con Brasil y las dos últimas con los chilenos, además de la del Mundial 2014. Una seguidilla que parece no tener fin.