Rosario Central sacó de su bolsillo la mística tan mentada. Cuando parecía que todo estaba perdido, cuando Paolo Montero empezaba a hacer las valijas, algo se despertó en el corazón del equipo. Perdía por dos con Godoy Cruz, jugaba con uno menos por la precoz roja a Tobio y hasta Ruben había errado un penal. La eliminación parecía cosa juzgada. Pero no.

En uno de los partidos más emotivos de la historia auriazul de los últimos tiempos, el Canalla se impuso por 3 a 2 a los mendocinos en el estadio de Instituto de Córdoba y se metió en las semifinales de la Copa Argentina, donde ahora esperará por Vélez o Atlético Tucumán (sería el 14 de noviembre en Formosa). Así, además, ratificó al DT uruguayo en el cargo.

Los goles del Tomba fueron obras de Santiago García a los 6 minutos y de Fabrizio Angileri a los 42' del primer acto. A los 10 segundos de juego se fue expulsado por roja directa Fernando Tobio (en la expulsión más rápida en la historia del club ), mientras que a los 38 minutos el arquero Burián le tapó un penal a Marco Ruben. Al descanso se fueron 0-2.

En el segundo acto, Washington Camacho acortó distancias a los 16 minutos; a los 27' se fue al vestuario expulsado Fernández en Godoy Cruz; a los 30', lo empardó Federico Carrizo. Y a los 42 minutos, Fernando Zampedri desató la locura en las tribunas auriazules

La pesadilla del primer tiempo



La remontada del segundo
 

El conjunto de Montero no podía comenzar peor: la roja a Tobio y el tanto de García parecían empezar a cavar la fosa del ciclo Montero, que venía (viene) a los tumbos en Superliga y sólo se sostenía por aquel éxito ante Boca. El desconcierto se apoderó de la cabeza del equipo en los minutos iniciales hasta que se aplomó, pudo asentarse en la cancha y repartirse el dominio pese a jugar con uno menos.

Pudo empatarlo a los 38' pero Burián le tapó un penal no tan mal ejecutado (esquinado, abajo) a Ruben. Y encima Angileri le asestó otro golpe con un cabezazo a los 42'. El camino al vestuario olía a sentencia. Faltaba una reacción deportiva y sobre todo basada en la mística de esta institución. Vaya uno a saber qué le dijo Montero al plantel en camarines. Pero algo, en los intérpretes dentro del terreno, se despertó.

Al cuarto de hora, Camacho devolvió al auriazul al partido. Diez contra once, Central empezó a merecer el empate, arrinconando a su rival, que sólo apostaba a una guapeada del Morro. A los 27', Pol Fernández se fue expulsado y hubo paridad numérica. Y Pachi Carrizo logró el empate, picándola ante la salida del golero. Faltaban quince y había lugar para soñar con la remontada completa.

Dos veces reventó el travesaño el conjunto de Paolo, por Carrizo y Martínez. Y el tan anhelado gol del triunfo lo marcó Zampedri, poniéndole la cabeza a un centro pasado de Carrizo. La euforia del grito fue sucedida por el nerviosismo del final. Entre Ruso Rodríguez y Martínez salvaron milagrosamente el 3-3. Y Penel lo terminó para que las tribunas, los jugadores y el cuerpo técnico se fundieran en un sólo rugido: "¡Esto es Central!". Con una lágrima rodando por la mejilla.