La mujer pintada en La cortina verde, obra del reconocido artista rosarino Manuel Musto, se despliega en su desnudez como dios la trajo al mundo. Es decir, su vello púbico asoma desde sus partes íntimas, en una obra que no deja lugar al pudor. Un grupo de jóvenes la miraron con detenimiento, y tras pensar en conjunto sobre qué les produjo, en algo coincidieron: para ellos se trata de una obra contemporánea.

Pero no. Este óleo sobre tela fue pintado en los años '30, en una sociedad que aun estaba lejos de tener al feminismo en su agenda, y los prostíbulos comenzaban a ser clausurados por las enfermedades de transmisión sexual. Y en aquel entonces los roles de las mujeres estaban muy establecidos. “Desconocemos el contexto en que fue pintado, o si esa mujer era una modelo, una trabajadora sexual o cuál era su realidad, pero llamó la atención que la imagen pictórica de la mujer tenía pelos, y entonces los chicos hayan deducido que se trataba de una obra actual”.

La que comentó sobre aquel encuentro de Arte y ESI en el Castagnino es Florencia Cardú, y ella es la coordinadora del Área de Educación en el museo. La obra de Musto, entre otras 4700 obras del acervo del Castagnino, oficia de disparador a muchas posibles aristas, para hablar de algo tan inherente a lo humano como la sexualidad, y sin embargo aun tan poco dialogado, por más que la ESI es un contenido obligatorio por ley en Argentina desde 2006.

La obra La cortina verde, de Manuel Musto, donde se muestra la desnudez 90 años atrás.

La obra de Musto es una de las decenas de propuestas que nacen en los recorridos de arte y Educación Sexual Integral que realizan las escuelas e instituciones educativas en el museo municipal que se emplaza entre las avenidas y el parque Independencia. El objetivo es desacralizar el arte, llevarlo al territorio, recordar que lo humano va de la mano de la creatividad, y a través de ella hablar de la sexualidad, que “no es pornografía sino todo lo contrario: el afecto, el deseo, los vínculos entre pares”, y nada menos que en una edad clave como es la adolescencia y la preadolescencia.

Los encuentros se realizan dos veces al mes, con un formato de tres horas que nunca se repite porque adopta la unicidad de cada grupalidad, porque justamente se busca romper con la concepción de “educador-educando al que se le transfiere un saber, y se busca pensar en conjunto”.

Las visitas son de unos 90 jóvenes y el recorrido comienza todos juntos, y luego se desglosa en dos grupos para conseguir un ámbito de intimidad y confianza. A lo largo de la jornada los chicos conocen obras emblemáticas de artistas de Rosario y de la región de diferentes épocas y con historias particulares, que analizan en conjunto. Atraviesan una instancia de preguntas anónimas y diálogos en torno a ellas, y hay intervenciones teatrales.

Una semilla nacida desde el encierro

“El arte es salud para el espíritu y es prevencion, porque es una manera de atravesar todas las problemáticas de la vida. No hacemos disociación. Desde esa base, todo se integra”, estableció Florencia sobre la postura de trabajo en el Área de Educación en el museo.

“La educación tiene muchas veces algo dogmático y binarista, y nosotras queríamos romper con esa práctica. Las dos teníamos experiencia en trabajar en territorio y buscábamos promover mas alla de esa forma dogmática”, aseguró en torno a cómo fue concebido este programa, por ella junto a la educadora Juliana Tomatis.

La pandemia hizo que se acentuaran problemáticas en la población de adolescentes en los barrios. Silvana Spatáfora, médica responsable del Consultorio de Salud Integral del Adolescente del Hospital de Niños “Víctor J. Vilela” planteaba que no podía salir a hacer campañas de ESI con el encierro. Entre sus funciones, desde hace muchos años ella se dedica a brindar charlas sobre el asunto en escuelas e instituciones barriales.

A eso se suma que algunos adolescentes llegaban al hospital para pedir preservativos u otros métodos de anticoncepción, “y en pandemia se cortó todo, y se incrementaron las situaciones de violencia intrafamiliar”, indicaron las educadoras del museo, en una charla virtual -mates de por medio- con Rosario3.

La propuesta de armar un programa de arte y ESI, trayendo a los adolescentes de los barrios hacia el museo surgió a partir de la inquietud de las educadoras en su estrecho diálogo con Silvana para unir arte, salud y educación, en una experiencia que busca “desde lo sensorial y reflexivo”, interpelar, generar “preguntas que se puedan responder allí, y que luego surjan nuevas inquietudes de cara a cómo quieren vivir sus vínculos sexoafectivos”, acentuaron.

Fue así que estos encuentros nacieron en la pospandemia, primero con un recurso digital llamado Zona taller, lleno de links, preguntas y contenidos de ESI, y un dispositivo “para escuelas y para que el hospital Vilela pueda llevar a los barrios, para regalar a los chicos con actividades de juegos y una especie de hoja de ruta para adolescentes en torno a cuidados de enfermedades de transmision sexual y de salud reproductiva”, recordó Juliana.

“Lo hacíamos en plena pandemia y lo llevábamos a los centros de salud y vecinales en el encierro”, agregó Florencia, quien acentuó: “Esa propuesta nos dio un termómetro de la gran necesidad de poner el cuerpo. Se necesitaban de brigadas de personas trabajando interdisciplinariamente por los agujeros que dejó el encierro”.

Y luego con la reapertura de actividades presenciales en la ciudad, el Castagnino reabrió sus puertas también, y la propuesta entonces fue traer a los chicos y jóvenes de los barrios a experimentar desde la grupalidad y la relación con las obras.

Flor precisó que el museo suele hacer recorridos con diversas poblaciones desde antes, con niños, con abuelos, y recordó: “La adolescencia era un público que nos preocupaba mucho, porque tienen esa necesidad de ir contracorriente, de explorar lo nuevo, y ellos vivieron el encierro arrasados por la faltante del dialogo y de lo corporal en una edad clave para sus identidades”.

De esta forma cuando se pudo salir a las calles comenzaron las conversaciones con Silvana del Vilela, “que tenia el termómetro de lo que pasaba con los chicos en los barrios, y había infinitas acciones que veíamos necesarias”.

Encuentros donde la clave es habilitar la palabra

Las educadoras del Castagnino precisaron que estos encuentros se realizan desde adolescencias muy precoces, algunos cursos de primaria desde los once años, y los grupos pueden ser hasta jóvenes de 25 años. Y en su enfoque, aclararon que se busca trabajar de manera integral, no biologicista. No desde un lugar del saber, sino desde la reflexión.

“Entendimos que la clave es habilitar la palabra, para propiciar que hablar de sexualidad sea algo mas natural. Nuestra generación no tuvo esa educación, aprendimos de grandes, pero estamos brindando informacion certera a traves de un espacio de confidencialidad y respeto. La sexualidad hay que abordarla con mucho amor y con humildad, y no todos los padres de estos chicos lo vivieron así”, precisó Juliana.

Aunque la ESI sea una ley garantizada, hablar de sexualidad sigue siendo un tema tabú, y es una practica que “es necesario desarrollen para la prevencion de esas niñeces y adolescencias. Pero es muy difícil para los padres conseguir una charla fluida sobre la sexualidad”, agregó Florencia.

La coordinadora educativa del museo enfatizó entonces en que “lo mas básico es el autocuidado y el amor propio, en un tiempo que las redes generan autoflagelo, anorexia, competencia entre pares”, y Juliana agregó con preocupación que “en muchos sectores hay abusos violencia doméstica, o problemas de drogas o alcohol, y por eso es importante la escucha activa y la intimidad en los talleres”.

Flor agregó que en ese sentido “la búsqueda es de darle mas bola a lo que pasa con el cuerpo, no disociar, sino que se vayan interpelados por lo perceptivo, lo somatico. El cuerpo habla, y este es un marco que dispara inquietudes sobre vivencias que tuvieron o que conocieron: hay alumnos de 13 años que vienen con cambios de género o con esa inquietud de cara al futuro, o a veces vienen de familias muy conservadoras y no saben absolutamente nada ni se animan a preguntar”.

Les facilitan de esta manera una red vincular y una serie de datos de utilidad para la vida, como saber dónde conseguir preservativos gratis, y mas alla de la contención, aprenden y dialogan sobre cómo pueden protegerse y proteger a la persona con la que están, para que puedan decidir libremente con quién y cuándo tener una relacion sexual. “En esto de generar redes, sus docentes son una gran referencia”, aseguró Flor.

Tanto Florencia como Juliana precisaron su mirada sobre lo polisémico del arte, que “permite abordar todos los temas, y lo hacemos hacia la sexualidad desde el deseo. Que puedan a partir de las obras para hacer una auto interpelación hacia su comunidad y su grupalidad, como hacia sí mismos, porque el autoconocimiento es la única forma que tengan libertad.

De esta manera, partiendo de una imagen de una obra pictórica, el tema se vuelve abstracto y desde la abstracción permite personalizar después. “Algunos comparten sus vivencias y de eso otros aprenden. Hay quienes se animan a preguntar sus dudas, y hay una instancia en que escriben en una hoja en blanco de forma anónima, y las leemos y respondemos a viva voz para todo el grupo”, recordaron.

Los adolescentes, según explicó Juliana, son “sujetos en construcción”, y bajo esa postura, precisó: “Es nuestro posicionamiento público la decisión de una formacion ciudadana donde ellos conozcan sus derechos y puedan decidir, saber cómo manejarse ante situaciones en las que, con desconocimiento, pueden quedar como rehenes”.

Florencia aseguró que cada uno de los encuentros es irrepetible porque “en la actividad se pierde el control de lo que va a suceder, porque hay un nivel de contradicciones, necesidad de amorosidad en sus vidas, mucha falta de registro del cuerpo, entonces en cada experiencia surgen conversaciones únicas”.

Es justamente en el dialogo cuando aparecen miles de dudas y la charla dispara para todos lados. “Muchas veces encontramos en las preguntas la violencia naturalizada, y aparecen dudas como ¿qué efecto producen las drogas? o ¿si esta bien que los adultos le peguen a un chico”, consignó Juliana.

“En tres horas es poco lo que podemos hacer para mejorar sus realidades, pero al menos se habilita mucho y es una puerta para que se lleven abierta”, agregó.

Bajo el marco de los encuentros de arte y ESI en el museo municipal Castagnino, se plantea que la sexualidad no está disociada de la realidad. “Una vez preguntamos dónde sentían lo sexual, y muchos respondieron tocándose la cabeza, porque piensan que la realidad es mental. Aunque debería ser natural, muchas veces lo tienen disociado. Y cuando les recordamos que es en el cuerpo, levantás el avispero y tenemos para hacer dulce”, aseguró Florencia.

Aprender la sexualidad, conocer a nuestros artistas

Otra faceta que viene de la mano de los aprendizajes sobre ESI en estos encuentros es la importancia de conocer a los artistas de Rosario y de la región que han aportado a la cultura y los que lo hacen actualmente, ya que “en muchos casos se aprende más de los artistas de Europa o de otros países y se desconoce el acervo que tenemos acá”, apuntó Florencia.

A través de los recorridos por los pasillos del museo, además de aprender sobre el cuerpo humano y sobre la conexión con el deseo humano, los alumnos también aprenden la historia de esos artistas que muchas veces tuvieron vidas muy difíciles, o atravesaron temas sensibles al igual que sucede con ellos, “que vivieron dictaduras, guerras, la historia social, la economía, ya que la mayoría pintaba en la pobreza”.

La obra de Mauro Guzmán funciona como disparador de muchos temas en los encuentros.

Entre las obras de los artistas actuales, un punto álgido de los recorridos es la obra de fotomontaje realizado por Mauro Guzmán, artista plástico rosarino, donde se ve a Jesucristo besando a Superman. Se trata de la obra La historia de amor más bella, más grande y más heróica de todos los tiempos. Y las conversaciones que dispara el impacto que genera esa obra son de gran interés, porque por un lado se desacraliza a estos íconos, humanizados por ese beso, y por el otro se instaura la diversidad sexual en el "mainstream" de la cultura pop más reciente y de una de las mas grandes religiones, que aun contiene resistencia hacia todos los sectores de esa diversidad sexual.

De esta manera, los recorridos buscan “generar ciudadanía desde lo político, ético y estético”, “siguiendo el legado educativo de las hermanas Cosettini, que buscaron salir del kronos (el tiempo veloz en que vivimos) para que aparezca kairos, la creatividad que permite vislumbrar la oportunidad que trae el acontecimiento. Y desde ahí la posibilidad de crear nuevos modos de estar en el mundo”. Y en ese camino, bajo esta propuesta que fue creciendo en estos años, con alta demanda de recorridos, las educadoras también aseguran que en el camino aprenden ellas y todo el equipo, ya que “los adolescentes son una generación que nació en otro paradigma, y nosotros debemos escuchar lo que ellos entendieron y aun nos resta entender a nosotros”.

El Área de Educación del Castagnino se compone, además de las entrevistadas Florencia Cardú y Juliana Tomatis, de quienes realizan un trayecto de formación en el área Diana Firpo y Abril Contreras, Natalia Segal y Florencia Tenaglia. Para inscribir escuelas y otras instituciones educativas al programa de encuentros de arte y ESI, se puede escribir a educacioncastagnino@gmail.com. El cruce de lenguajes es aportado por la actriz Vilma Echeverría a través de juegos de dinámica teatral. Y la especificidad de salud a cargo de la doctora Silvana Spatáfora, responsable del Consultorio de Salud Integral del Adolescente del Hospital Víctor J. Vilela.