"La persona que sufre de pánico debe aprender que su cuerpo viene equipado para ese tipo de reacción y que nada va a pasarle. Se trata de aprender a tolerarlo afrontando la ansiedad, sus síntomas y sensaciones desagradables", explicó la psicóloga Mirta Dall Occhio, directora del Instituto Sincronía, especializado en estrés, ansiedad y emociones.

Lograr eso "es difícil pero de vital importancia ya que si el panicoso experimenta que los síntomas disminuyen solos sin que nada pase, podría darse cuenta de que no son una señal de peligro inminente, sino una respuesta de ansiedad intensa. Aprender a atravesar el pánico en lugar de evitarlo es el cambio cualitativo para lograr trascender el ataque y no permitir que se instale", precisó.

Los trastornos de ansiedad afectan a un 29 por ciento de la población mundial y, dentro de ellos, el trastorno de pánico afecta alrededor del 3,5 por ciento, explicó la experta.

Estos trastornos se presentan con el doble de frecuencia en mujeres que en hombres, ya que los factores de cambios hormonales están asociados a modificaciones en el estado de ánimo, y se calcula que una de cada diez personas tendrá una crisis de pánico en algún momento de su vida.

"Los ataques de pánico son desregulaciones de ansiedad. El panicoso activa su sistema de alerta del cerebro, que es el que nos prepara para luchar o huir de manera automática en situaciones de riesgo, sin ninguna causa, y eso implica cambios en la neuroquímica del cerebro, en los músculos y emociones", explicó Dall Occhio.

Cuando esa señal de miedo se activa, la sangre va a los grupos grandes de músculos, como piernas y brazos, y prepara al cuerpo para escaparse o defenderse. Una vez que está activado el cambio hormonal, la "respuesta" queda también activada, por lo que la persona piensa de forma catastrófica.

"En esa situación todos los pensamientos que se activan son de muerte o catastróficos, pero como el peligro no se encuentra en el afuera la mente, se recluye sobre sí mismo y busca en el interior de la persona su escena más temida, que se asocia a sintomatología física y el panicoso tiene sensación de muerte inminente", precisó.

Así, "si el síntoma más prevalente es la taquicardia, el panicoso piensa que va a morirse por problemas del corazón, y si ve borroso piensa que tiene un tumor cerebral. Y lo peor es que una vez que eso pasa, la persona tiene miedo de volver a atravesar lo mismo, por lo que se genera un círculo vicioso", apuntó.

"Se trata, entonces, de saber modular el cuerpo con el ambiente y tener herramientas que ayuden a resolver mejor. Poder enfrentar la tristeza sin escaparse y vivir esa emoción, naturalizarla, ayuda a comprender mejor el adentro y responder mejor hacia el afuera, entendiendo que afuera y adentro están en permanente intercambio", agregó.

Los síntomas físicos más frecuentes de ese trastorno son palpitaciones, sudoración, temblor de manos, piernas flojas, náuseas, molestias abdominales, mareos, dolor de cabeza, opresión en el pecho, sensación de ahogo o falta de aire y sofocación, mientras que entre los síntomas cognitivos más frecuentes se encuentra el miedo a morirse, al desmayo, al descontrol o sensación de estar en un túnel, como si se estuviera obnubilado.

"Notamos en los últimos años un aumento en las consultas por estos trastornos y más conciencia por parte de la población. No debemos olvidar que además de las causas psicológicas existen causas médicas que pueden generar el ataque de pánico, como el prolapso de válvula mitral o la hipertensión, por ejemplo", señaló Dall Occhio.

La especialista agregó que muchos pacientes llegan a la consulta después de años de intentar resolver el problema por su cuenta: "Llegan después de haber pasado por situaciones médicas interminables, muy angustiados, con una vida muchas veces muy restringida por la evitación y con una enorme sensación de impotencia y frustración", sostuvo.

"El diagnóstico temprano es sumamente importante, porque estos casos no mejoran sin atención. El tratamiento combinado y la psicoterapia específica, que integra técnicas de psicoeducación, aceptación, afrontamiento, medicación y prevención de recaídas, ayuda a que el paciente lleve una vida normal", afirmó.

Fuente: telam.com.ar