En Argentina, el ahogamiento es la primera causa de muerte en niños de 1 a 4 años. Un momento de distracción de los adultos puede significar una tragedia cuando hay niños cerca del agua, sin que sepan nadar. Por eso, es importante actuar de manera preventiva. A eso se dedican los instructores del método Infant Swimming Resource (ISR) dirigido a bebés desde los 6 meses y chicos hasta los 6 años, que les enseñan cómo funciona su cuerpo dentro del agua para que sepan qué hacer en caso de una caída imprevista. Además de Rosario, el curso se da en La Plata, Mendoza, Paraná y Carcarañá.

“Alrededor de los 6 meses, los niños comienzan a gatear y logran su desplazamiento independiente; ya no los encontramos donde los dejamos; gateando pueden llegar donde quieren. Por eso, lo aconsejable es comenzar el curso a partir de esa edad. Los bebés de 6 meses a un año aprenden a controlar la respiración bajo el agua, girar sobre su espalda y flotar boca arriba sin asistencia de un adulto. Esto le da tiempo a los papás –que quizás no advirtieron que el bebé cayó en la pileta, por ejemplo– para que puedan encontrarlo y ponerlo a salvo”, explica en diálogo con Rosario3.com, Natalia Caramellino, instructora máster del método ISR, quien remarca que siempre hay que tener en cuenta que “la primera barrera de protección irreemplazable para proteger a bebés y niños es el adulto, especialmente cuando el niño está en el agua o alrededor del agua.

Girar y flotar boca arriba, es el primer objetivo. Nadar-flotar-nadar-llegar al borde, el siguiente. (Facebook ISR Rosario Naty y Seba)  

“Los niños deben estar vigilados de manera directa por el adulto. No basta con estar cerquita o al lado. De todos modos, como del imprevisto nadie está exento, es importante que los pequeños conozcan el agua y sepan manejarse en este medio”, agrega la entrenadora.

Siguiendo el método, los niños de 1 a 6 años aprenden a aguantar la respiración bajo del agua. Nadar con la cabeza bajo el agua y con los ojos abiertos, voltearse para flotar, descansar y respirar y voltearse de nuevo para seguir nadando hasta llegar a la pared de la pileta. El objetivo para esta etapa es que los niños puedan salir de la piscina o que un adulto los ayude a salir del agua, una vez que han llegado por sus propios medios al borde. Este aprendizaje toma de 4 a 8 semanas de clases, aproximadamente, según la edad.

“Las clases son diarias, de lunes a viernes, de 10 minutos de duración. Se brindan de manera individual y se trabaja teniendo en cuenta los antecedentes médicos y acuáticos del niño”, explica Caramellino, quien destaca que “el objetivo es que no haya error, porque el agua no da tiempo. Un error significa falta de oxígeno y las consecuencias pueden ser fatales”, destaca la instructora.

Bracitos y salvavidas inflables en la mira

Es llamativo que les enseñemos a nuestros hijos un montón de cosas, como por ejemplo, la forma correcta de cruzar una calle, o cómo responder al tránsito, pero cuando los llevamos a la pileta les decimos que se tiren, que salten sin miedo cuando todavía no saben de qué se trata la experiencia.

A esta finalidad de aprendizaje temprano apuntan los instructores que hacen algunas puntualizaciones sobre los elementos de flotación tan usados con los niños pequeños.

En relación con los chalecos salvavidas obligatorios en las embarcaciones, hay muchos modelos aprobados, pero siempre hay que tener en cuenta, antes de comprarlos, que sea posible flotar con la cabeza fuera del agua y boca arriba, algo que no sucede con todos los diseños a la venta actualmente. Ese detalle es vital, sobre todo si quien tiene puesto el chaleco sufre un desmayo y no está conciente como para sacar por sí solo la cabeza del agua.

“En la piscina, los chalecos salvavidas no son recomendables, como tampoco lo son los bracitos inflables o los salvavidas circulares, porque con estos elementos colocados, los niños adoptan en el agua una postura vertical, en forma de cruz, que es la única manera en que se pueden desplazar. El problema se genera cuando se caen al agua sin esos elementos, porque reiteran esa conducta aprendida y se ponen automáticamente en postura vertical, la única que aprendieron, y haciendo esto se van directo al fondo. Al estar en cruz, no pueden flotar”, describió la entrenadora y añadió: “Utilizando estos elementos, los niños no terminan de entender de qué se trata el agua. Lo relevante es que aprendan que el lugar seguro es el playito y que el borde es el lugar del cual tienen que agarrase, y los elementos de flotación no colaboran porque les transmiten una falsa seguridad”.

Al agua con ropa y todo

Desde ISR señalan que el 83 por ciento de los nenes que se ahogan, lo hacen totalmente vestidos, ya que la mayoría de estas tragedias no suceden cuando el niño está en malla junto a la familia en torno a la pileta, sino cuandoel bebé está viendo dibujitos, por ejemplo, mientras su mamá cocina, y de golpe sale al patio sin la supervisión del adulto y se cae al agua.

El entrenamiento con ropa y calzado. (Facebook ISR Rosario Naty y Seba)

Por eso, el último mes del entrenamiento, los instructores les hacen practicar con ropa y calzado la técnica de auto rescate ya aprendida. “Queremos asegurarnos de que hayan practicado en clase todo lo que puede llegar a pasarles, y hay que tener en cuenta que la movilidad de un niño de 6 ó 7 kilos de peso, en el agua, no es la misma con malla que con pañal, calzado y ropa de abrigo. El pañal solo, cuando está mojado, pesa alrededor de 1 kilo y medio; si a eso le sumamos el resto de la ropa, el peso final de la vestimenta puede duplicar el peso del niño. De allí, la importancia de que aprenda a flotar con ropa también, explican.

Que aprendan a manejarse en el agua vestidos es el objetivo final del curso. (Facebook ISR Rosario Naty y Seba)