Ubicada sobre los márgenes del lago Nahuel Huapi se extiende de oeste a este la ciudad de San Carlos de Bariloche en la provincia de Río Negro. Centro turístico por excelencia de la zona patagónica andina y punto de referencia obligado para el ski nacional e internacional, la ciudad rionegrina ofrece una infraestructura de servicios de variada calidad, lo que la convierte en un destino atractivo para la más amplia gama de viajeros.

A esto se le suma un paisaje inigualable donde se conjugan frondosos bosques de colihues y lengas junto a manzanos, arbustos de moras y arándanos silvestres; cerros de picos nevados, lagos naturales y de deshielo; actividades de turismo aventura, trekking, kayakismo, escalada, rafting, pesca y lo más importante: una comunidad que comprende que su mayor activo es el turista junto con el cuidado del entorno natural.


La reapertura del aeropuerto, luego de la catástrofe que significó la erupción de Puyehue, sumado a las nuevas rutas de cabotaje de Aerolíneas Argentinas y un pasaje aéreo con un costo competitivo (desde $3200 ida y vuelta desde Rosario) frente al colectivo de larga distancia ($2990 respectivamente), han ayudado a consolidar una temporada histórica y a posicionar la ciudad como un destino alternativo a los tradicionales de la época estival para el turista nacional. Desde enero pasado es posible arribar a Bariloche desde Rosario en sólo dos horas y cuarenta minutos gracias a la nueva ruta de vuelos directos que inauguró la aerolínea de bandera.

En los meses del último verano la ocupación hotelera alcanzó el 80%; lo que equivale a unas 28 mil plazas divididas en 450 establecimientos distribuidos en la ciudad y sus alrededores que van desde hostels, hosterías y albergues a hoteles de tres a cinco estrellas, spa & resorts y estancias en zonas alejadas.

Asimismo los campings organizados y los refugios de montaña—la mayoría con una dificultad de acceso entre fácil y media; servicios de cocina en el lugar, gastronomía, pernocte y agua potable oscilan entre los $150 y $300 por día—permanecen abiertos durante todo el verano para aquellos que buscan un mayor contacto con la naturaleza o son aficionado al trekking y el hiking. Inclusive dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi se brinda la posibilidad de acampar en áreas especialmente habilitadas para ello. La temperatura en esta época presenta días templados y soleados, con pocas lluvias, noches frescas y luz solar hasta cerca de las 22 horas.

Para el público que prefiere la temporada invernal (julio/agosto son los meses más fuertes), los agentes de turismo consultados recomiendan viajar en septiembre puesto que la temperatura es muy agradable, existe menor congestión de personas en las pistas de ski y aún se tiene la posibilidad de practicar deportes de nieve en los cerros Catedral, Otto, López, Piedras Blancas y el Centro de Ski Nórdico.

Los fanáticos del snowboard y el ski pueden contratar alojamiento directamente en la base del Cerro Catedral y así evitar el bullicio de la ciudad. Allí se ofrecen servicios y hospedaje distribuidos en un predio de 680 hectáreas, equipado con 42 medios de elevación, 120 kilómetros de pista y una altitud tope de descenso de 2100 metros. Los pases diarios al cerro van de $400 a $600 por día y el alquiler de equipos se estima en unos $250 diarios, según el EMPROTUR.

Distintos operadores barilochenses recomiendan al viajero inexperto armar con antelación paquetes de tres días o más, con el fin de poder disfrutar en su totalidad la experiencia de la nieve y también como una forma de ahorrar costos.

Aquellos que por razones de trabajo sean más afectos a viajar durante los feriados largos una alternativa son los “paquetes vacacionales” que ofrecen las empresas de turismo rosarinas (Freeway, Carey, Daminato, La Favorita, Preembarque, etc.), en asociación con Aerolíneas Argentinas, que incluyen: aéreo, traslado, hotel y excursiones a precio promocional para una familia tipo.

Tanto el otoño (marzo/junio) como la primavera (septiembre/diciembre) son épocas del año que destacan a Bariloche por su rica agenda cultural y su amplia gama de ofertas para el turismo de reuniones (team building para empresas, etc.) y congresos profesionales (ciencia, arte, encuentros políticos).

El itinerario de celebraciones arranca en Semana Santa con la Fiesta Nacional del Chocolate—la ciudad ostenta el mayor número de chocolaterías por habitante del mundo—en donde las empresas del sector colaboran para la creación de un huevo de pascuas de diez metros de alto que al final de la jornada se rompe y se reparte entre el público. El calendario continúa con la Fiesta Nacional de la Nieve, las Mil Millas Sport de la Argentina, la Semana Musical Llao Llao, Bariloche a la Carta y cierra en diciembre con el festival Beer Art.


Además, dependiendo de la estación, se lleva a cabo una abultada agenda de eventos deportivos vinculados con la naturaleza. Tal es el caso del verano; durante la época estival la ciudad aloja campeonatos de windsurf, torneos de golf, pesca, competencias de aventura, encuentros de kayaks y la tradicional Fiesta del Curanto.

Quienes sin ser deportistas disfrutan de un trabajo físico liviano y cierto grado de aventura, una alternativa es el nutrido circuito de excursiones que brinda la zona. Allí destacan: los Siete Lagos y Circuito Chico ($150/hasta junio)—incluye Cerro Campanario ($120/idem)—, cuyo recorrido carretera (65 kilómetros) fue ideado por el quíntuple campeón de Fórmula 1, Juan Manuel Fangio. Un paseo a orillas del Nahuel Huapi rodeado de bosques, paradores gastronómicos y miradores panorámicos que se pueden disfrutar en vehículo o bicicleta. Los cerros Otto, Tronador, Catedral, Viejo, Leones y López son otras de las opciones que ofrece el catálogo de salidas turísticas.

El parque nacional y lago Nahuel Huapi, con sus 81 kilómetros de largo—el cuarto más grande de Argentina—divide las provincias de Río Negro y Neuquén y representa el corazón de la comunidad barilochense. En él se llevan a cabo actividades de diverso tipo como ahumaderos, pesca deportiva de salmones y truchas, deportes acuáticos y paseos lacustres. Las excursiones por sus riberas y brazos incluyen visitas a Puerto Blest y cascada los Cántaros, Isla Victoria y península Quetrihué con su bosque de arrayanes.

Para los más osados y amantes de la adrenalina el descenso en balsas inflables por ríos de montaña—Rafting—es la opción perfecta. Desde la pasarela de John, ubicada en los márgenes superiores del Río Manso, a dos horas de Bariloche, nace un recorrido de diez kilómetros que desemboca en la frontera con Chile; allí el participante podrá disfrutar la emoción de navegar por diez rápidos clase III y IV y admirar un paisaje cordillerano lleno de vegetación boscosa, fauna autóctona, aromas y colores sólo apreciables desde la perspectiva que ofrece el río.


En cuanto a gastronomía, Bariloche encabeza una de las propuestas culinarias más amplias del país. La ciudad posee más de 300 establecimientos gastronómicos que van desde restaurantes de alta cocina a comedores familiares, junto a una diversidad de precios que pueden oscilar entre platos de $1000 por persona a una picada completa con bebida para dos por $150 o una cena por $300.

La exuberancia y belleza del paisaje cordillerano andino tiene su correlato en la intensidad de los sabores que sus carnes regionales ofrendan al paladar no iniciado. Sólo en patagonia el visitante argentino y sudamericano podrá degustar del rústico sabor del jabalí y el cordero patagónicos; la intensidad de la carne de ciervo o la delicadeza de una trucha arcoíris bien sazonada. Lo mismo sucede con su amplia variedad de escabeches y ahumados regionales; elaborados en su mayoría sobre la base de quesos, fiambres y pescados.

Un párrafo aparte merece la producción de cerveza artesanal. Una tradición con más de un siglo en Bariloche y la región, que no sólo cuenta con dos de sus principales materias primas al alcance de la mano: lúpulo y agua de vertiente. Sino que además es producida por asociaciones familiares y PYMES sobre la base de viejas recetas europeas y antiguos métodos de cocción y fermentación. Esta ventaja comparativa le asegura al cliente el consumo de un producto afianzado, natural, original de la zona y con un standard de calidad óptimo.

El crecimiento de la producción artesanal ha permitido que proliferen establecimientos donde comercializar el producto—unos 25 en total—y que se genere una “ruta de la cerveza” alrededor de la ciudad. Este verdadero polo cervecero ya posee su propio festival, el Beer Art: un encuentro anual donde fabricantes locales promocionan catas de sus variedades, se imparten capacitaciones y se intercambia información entre los distintos productores del país que viajan al evento.

Pero Bariloche no es solamente turismo, aventura y un lugar donde rendir culto al buen vivir. Luego de la catástrofe que significó la erupción del Puyehue, la ciudad comenzó con la profundización de un proceso dirigido a la diversificación de su matriz productiva que data de 1986. Si bien el turismo sigue—y seguirá—siendo su principal motor económico, en la actualidad las administraciones nacional, provincial y municipal vierten un decidido apoyo al crecimiento de los sectores científico y tecnológico, a la vez que fomentan la creación y el establecimiento de empresas afines.

Con una población de 140 mil habitantes, San Carlos de Bariloche mantiene el promedio de investigadores más alto del país (14 cada 1000). Los estudios y desarrollos en materia atómica y aeroespacial de Argentina provienen—en su mayoría—de los centros de investigación que alberga la ciudad. Allí funcionan el Instituto Balseiro (Centro Atómico Bariloche) y la empresa INVAP Sociedad del Estado, responsable de la creación y lanzamiento del satélite de comunicaciones geoestacionario ARSAT-1. A su vez cuenta con tres universidades: Universidad Nacional del Río Negro, UFASTA y una unidad académica de la Universidad Nacional del Comahue. Instituciones, todas ellas, responsables de que los jóvenes patagónicos no tengan la necesidad de emigrar al centro del país a cursar sus estudios superiores y puedan desarrollar sus carreras profesionales cercanos a sus afectos.

Bariloche: Una ciudad de cara al lago Nahuel Huapi que respira naturaleza en cada rincón de su geografía, que apuesta al desarrollo de la industria tecnológica y que por sobre todas las cosas sabe de turismo.