¿Cuántos rosarinos salen con la bolsita y juntan los excrementos de su perro? Probablemente muchos, pero no los suficientes: las veredas están superpobladas de materia fecal, para desgracia de los zapatos de quienes gustan de caminar por las calles de la ciudad.

Por lo menos, quienes el sábado pasaron por la esquina de Rodríguez y Zeballos, tuvieron ayuda para evitar el “regalo” de un perro que su dueño obvió recoger: alguien le puso un palito de helado, a modo de señalización, y dejó una postal urbana diferente. Por cierto, nada tentadora.