En esta temporada veraniega 2016, el paisaje de la costa rosarina estuvo dominado por los camalotes debido a las grandes crecidas de los cauces de agua en todo el litoral brasileño y argentino. Como ya se detalló en incontables oportunidades, esta situación ocasionó muchos inconvenientes en la zona de playas y de islas, pero en medio del panorama negativo se encontró un aspecto positivo de la crecida: la ausencia de palometas.

En años anteriores, estos peces carnívoros de agua dulce causaron terror entre los bañistas de la costa rosarina y muchos tuvieron que hacerse atender en distintos centros de salud debido a las mordeduras, generalmente producidas en las extremidades. Este año, parece que los camalotes le ganaron la batalla a las palometas.

Precisamente, es la altura del río, que en Rosario supera los 5,4 metros, lo que aleja el riesgo de mordeduras de palometas en las zonas de balnearios públicos.

Juan Manuel García, uno de los guardavidas de la Rambla Catalunya, explicó en La primera de la tarde (Radio 2) que “para que haya palometas en la costa las aguas del río tienen que estar mucho más bajas y tiene que hacer muchísimo calor”.

El segundo de los factores se ha dado en varias jornadas de este verano, pero la extraordinaria subida del Paraná alejó a los peces de dientes afilados.

“En esta situación las palometas están dispersas, más por el lado del canal o de la isla”, agregó el guardavidas. Y detalló que “ni siquiera vi que los pescadores hayan sacado palometas este año”.

Claro que los camalotes causan otros problemas. Por ejemplo, de los seis paradores que existen en la Florida, cuatro permanecen cerrados por la crecida.