Muchos jacarandás de la ciudad tienen sus copas reducidas, masticadas. Es que una plaga de chinches ataca a esta especie que llena de violeta las calles rosarinas. La Municipalidad trabaja en su extinción junto a otras localidades que también sufren de estos insectos.

Desde el área de Gestión Ambiental de la Secretaría de Planeamiento municipal se informó que ha sido detectada en Rosario la presencia de una plaga que afecta y pone en riesgo a los jacarandás que se alzan en parques y plazas. Se trata de las llamadas “chinches de encaje” que son todas fitófagas (se alimentan de plantas) y monófagas, es decir afectan a un grupo de árboles o de plantas de la misma familia.

La consecuencia directa de este accionar depredador, que se percibe en los árboles desde hace unos 40 días, es que algunos se encuentran totalmente pelados y otros presentan parte de las copas sin hojas, en una época en que generalmente los jacarandás deberían presentar una segunda floración y estar totalmente foliados.

La aparición de los síntomas fue detectada, en forma simultánea, en la ciudades de Rosario, Santa Fe y la localidad de Progreso (departamento Las Colonias); en la ciudad de Buenos Aires y en varios puntos de la provincia de Buenos Aires, estableciéndose una red de información y búsqueda entre los profesionales especializados (ingenieros agrónomos) en arbolado urbano de los lugares mencionados, a los fines de detectar la causa y avanzar en el conocimiento para su manejo y solución.

En Rosario, el seguimiento de la plaga se realizó en el Parque Independencia, donde se detectó que uno de los grupos de jacarandás más afectados se sitúa en derredor del “palomar”, mientras que se verificó una menor afectación de algunos ejemplares de pasaje Morcillo y de avenida Ovidio Lagos en el área lateral al hipódromo.

Si bien se estima como probable que la plaga pueda haber estado presente en la zona desde hace años, según Ángela Villademoros, coordinadora general de Gestión Ambiental de la Secretaría de Planeamiento, en los últimos tiempos se manifiesta con más agresividad como consecuencia de las condiciones ambientales que se traducen en inviernos suaves, sin heladas, y veranos con pocas lluvias. Estos fenómenos climáticos se suman a las condiciones de estrés a las que están expuestos los árboles en el ambiente urbano, como contaminación del aire, compactación del suelo, entre otros, por lo cual se agrava su existencia natural.

Los adultos y ninfas (estado juvenil) de estos insectos se encuentran generalmente en el envés de las hojas, y se alimentan de la savia produciendo perforaciones con sus largos estiletes que penetran fácilmente los tejidos celulares para extraerla. Las actividades alimentarias de esta plaga pueden causar graves daños y plasmólisis del follaje.

En el caso de los jacarandás se observa la caída de partes de la hoja hasta la caída completa, observándose la base foliar necrosada (con tejido muerto). Es común en algunos insectos con aparato bucal picador suctor que al daño que producen por la succión de savia se agregue la inyección de saliva tóxica o el ser vectores de enfermedades.

Ante este escenario, Villademoros recuerda que los árboles tienen reservas en sus troncos y ramas, en especial los de gran porte, por lo cual es de esperar una brotación en base a éstas. Y al momento de considerar tratamientos, recordó que hay que considerar que se está en un ambiente urbano, por lo cual hay que cuidar la forma de administración, las condiciones ambientales que aseguren humedad en suelo y la presencia de la plaga de acuerdo al ciclo biológico.

También es necesario contar con actividad de las plantas, como brotación, para asegurar la traslocación del ejemplar.

El jacarandá (gualanday o tarco), conocido por sus flores azules, es un género de unas 50 especies de árboles y arbustos de la familia de las bignoniáceas, típicos de la América intertropical y subtropical.