Las causas por los denominados secuestros virtuales suman cien durante el último año en Rosario, sólo si se toman los registros oficiales en base a las denuncias de las víctimas, aunque mucha gente que recibe estas llamadas engañosas nunca lo hace constar formalmente.

La cifra fue confirmada a Radio 2 por Nicolás Foppiani, a cargo de la Unidad Fiscal de Investigación y Juicio, y corresponde al tiempo de vigencia del nuevo sistema procesal penal en la provincia, que rige desde el 10 de febrero de 2014.

El alarmante número da cuenta de una modalidad delictiva que crece y que consiste en llamados telefónicos “al voleo”, generalmente a números fijos, tratando de envolver y convencer al interlocutor de que un familiar suyo fue secuestrado. Todo con el fin de exhortarlo a que realice una entrega de dinero.

“Reiteramos la necesidad de estar prevenidos, de no caer en la trampa. Son bandas que se dedican a engañar a la gente; no hay secuestros reales en Rosario que nosotros conozcamos”, advirtió Foppiani.

Señaló que “la gente mayor es la más vulnerable” pero aclaró que, si bien los delincuentes suelen contar con una “logística”, a diferencias de otros delitos como escruches o entraderas no son precedidos de “seguimiento ni inteligencia previa”, sino que “se llama al voleo, con la guía telefónica”, y siempre usando celulares que son inmediatamente descartados.

Explicó que la única recomendación para estos casos es “cortar la comunicación” inmediatamente y comunicarse con la policía, más allá de la complejidad que implica realizar un rastreo de la llamada engañosa.

Por otra parte, el fiscal Foppiani apuntó que los responsables de estos “ratos” que en realidad no lo son operan dentro de “bandas organizadas de varios miembros” y que “van pasando de una localidad a la otra” para elegir a sus víctimas.

Los “secuestros virtuales” (buscarlo así en el buscador de este sitio) son frecuentes en Rosario, y se han registrado numerosos casos de gente que cayó en la trampa y dejó o llevó dinero a lugares indicados por los estafadores ante la (falsa) amenaza de que tienen cautivo a un ser querido, generalmente hijos, y que deben pagar para recuperarlos.