Varios estudios han asegurado que un buen clima escolar mejora el rendimiento en los alumnos y motiva a los profesores. Cuando los niños se sienten queridos por los adultos en su escuela, se crea un sentimiento de pertenencia y confianza. Las interacciones, basadas en la colaboración y el cariño, aumentan la autoestima. A su vez, la autoestima aumenta el rendimiento académico y disminuye los problemas de comportamiento, como la intimidación o el acoso.

El trabajo en conjunto –como equipo– de profesores, personal y estudiantes puede reducir el comportamiento negativo y aumentar la conducta positiva. Todo ello contribuye a crear un ambiente escolar saludable y menos punitivo para todos.

A continuación, cinco maneras de crear un ambiente escolar saludable:

Crear un plan concebido para toda la escuela

Involucrar a todos. A todos los maestros, a todo el personal, a los estudiantes y a los padres. Toda la comunidad educativa debe considerar que es altamente beneficioso apostar por la inversión en un ambiente escolar positivo. ¿Por qué? Porque las escuelas positivas y seguras son necesarias para que los estudiantes aprendan y prosperen, para que los profesores disfruten y persigan –constantemente– mejorar la calidad de su trabajo, y para que los padres sientan que tienen una conexión con el mundo académico de sus hijos.

Hacer explícitas las expectativas de conducta

Si los estudiantes no saben qué se espera de ellos, ¿cómo lo van a saber? Es importante centrarse en la enseñanza de unas pocas expectativas generales que llamamos positivas, como sentir seguridad, ser responsable, y ser respetuoso. Luego invitar a los estudiantes a que debatan qué se espera de estas expectativas en las diferentes áreas de la escuela. Realizar comentarios y sugerencias positivas y volver a enseñar las expectativas, a menudo, durante todo el año escolar.

Crear relaciones positivas

Los niños anhelan la atención de los adultos, tanto positiva como negativa. Si no reciben atención positiva, se van a conformar con conseguir atención negativa: comportándose mal e interrumpiendo en clase. Por eso, es importante que los maestros hagan un esfuerzo por crear una conexión positiva con todos los estudiantes –especialmente con aquellos estudiantes que se comportan mal–. Averiguar datos acerca de sus familias, sus amigos y sobre qué les gusta y qué no. Los estudiantes que reciben atención positiva son menos propensos a buscar atención negativa.

Premiar el comportamiento positivo

Cuando veas a tus estudiantes cumplir con las expectativas de comportamiento acordadas, es importante hacérselos saber, de manera específica, con comentarios positivos en relación a su comportamiento; o con recompensas tangibles como distinciones de «buen trabajo». Cuando los estudiantes saben que su comportamiento es valorado y apreciado, ellos lo interiorizan y, a la postre, son más propensos a cultivar un comportamiento positivo.

Responder, de inmediato, a los problemas de conducta

La respuesta rápida y adecuada a un problema es mucho más eficaz que ignorarlo, perder los papeles o recurrir a castigos severos. Con calma, ofrecer al estudiante la opción de cooperar o de afrontar la consecuencia de su comportamiento. Esto suele ser suficiente para que la mayoría de los estudiantes se encaminen correctamente. Valorar, mediante el reconocimiento, la cooperación del estudiante, o seguir adelante con la imposición de la consecuencia.

Fuente: Ined21