La enfermedad celíaca puede causar una gran variedad de síntomas intestinales como extra intestinales, ya que resulta de la interacción entre el gluten de la dieta y factores inmunológicos, genéticos y ambientales. El gluten es un conjunto de proteínas que poseen algunos cereales como el trigo, la cebada y el centeno. La avena es genéticamente distante a los granos mencionados por lo que raramente desencadena EC. El Gold Standard (patrón de referencia), según el portal de Grupo Oroño, para el diagnóstico es la biopsia duodenal a través de la endoscopía, estudio que se realiza bajo sedación en forma ambulatoria. en la que las características histológicas pueden incluir variados grados de aplanamiento de las vellosidades intestinales, hiperplasia de las criptas y la infiltración de la lámina propia por linfocitos. El pilar del tratamiento continúa siendo la exclusión del gluten de la dieta Las manifestaciones clínicas de la EC comprenden un amplio espectro que va desde el síndrome de mala absorción hasta la enfermedad asintomática. Sus manifestaciones gastrointestinales pueden ser además bastante inespecíficas y 20-50% de los pacientes puede cumplir los criterios de Roma para síndrome intestino irritable (SII). Clínicamente incluye pacientes con molestias transitorias, inespecíficas o aparentemente
no relacionadas, como dispepsia, distensión abdominal, alteraciones leves del tránsito intestinal similares a las de SII, anemia de causa no precisada, fatiga aislada, alteraciones del laboratorio hepático, alteraciones menstruales, infertilidad, abortos espontáneos recurrentes, alteraciones neurológicas, osteoporosis, talla baja, defectos del esmalte dental, dermatitis herpetiforme. Así como pacientes con evidentes síntomas de mala absorción (diarrea, esteatorrea, baja de peso y otras características de malnutrición como calambres, tetania, edema periférico secundario a alteraciones electrolíticas e hipoalbuminemia): Patologías relacionadas 

Existen diversas patologías autoinmunes que se asocian a EC destacando la diabetes mellitus tipo 1, la Tiroiditis de Hashimoto, la enfermedad de Addison, la dermatitis herpetiforme, la psoriasis, la hepatitis autoinmune, la cirrosis biliar primaria, l. atopía, la nefropatía por IgA y la miocarditis autoinmune entre otras. No existe una relación clara entre el cuadro clínico y el grado de atrofia vellositaria, ni con la extensión del compromiso intestinal. Un diagnóstico certero

El diagnóstico de EC se basa en la historia clínica, serología, endoscopía e histología. Existen otras entidades que deben diferenciarse de la EC, como la sensibilidad al gluten no celíaca y la alergia al trigo. Otras alergias alimentarias

Así como la enfermedad celíaca es una de las alergias alimentarias más conocidas, existen otros procesos alérgicos desencadenados por alimentos como son el huevo, la leche de vaca, el maní, las nueces, el pescado, los mariscos, la soja entre los otros; que ocasionan diversas reacciones al ser ingeridas que van desde dolor abdominal, diarrea, náuseas y vómitos, lesiones en piel como urticarias, eczema, o respiratoria. a reacciones alérgicas severas que pueden comprometer la vida. Estas deben se. diferenciadas de las intolerancias alimenticias que ocurren con mayor frecuencia que las alergias y pueden ser ocasionadas por contaminación por gérmenes (ej salmonella o shigella que causan toxicidad, toxina botulínica) reacciones farmacológicas, desórdenes metabólicos (intolerancia a la lactosa, por disminución de la lactasa intestinal) y las intolerancias fisiológicas y psicológicas. En estos casos se llega al diagnóstico a través de la historia clínica, las dietas de exclusión, los test cutáneos, y los test de provocación. Ante la sospecha de padecer una alergia alimentaria siempre es conveniente consultar a un médico para confirmar el diagnóstico y evitar exclusiones alimentarias innecesarias.