Los cambios de presión afectan a las cavidades de aire del organismo: oídos, senos paranasales y pulmones, donde las consecuencias de una descompresión rápida pueden ser muy graves.

El avión es el medio al que más población está expuesta en comparación con otras fuentes de riesgo en la descompensación como el buceo o el paracaidismo. En el barotrauma se presentan síntomas que van desde la sensación inicial de taponamiento, pasando por una hipoacusia leve, la escucha de ruidos graves en el oído, para progresar a dolor y en los casos más graves darse ruptura del tímpano y sangrado e incluso algún vértigo periférico.

El mecanismo por el que se compensan las diferencias de presión interna y externa es la entrada de aire al oído a través de la trompa de Eustaquio, un pasaje que comunica el oído con la parte de atrás de la nariz y que no siempre está abierto.

Durante el vuelo la cabina del avión está presurizado, es decir mantiene una presión constante equivalente a entre 1.500 y 2.500 metros de altitud, con esta altitud el aire del oído se expande y ocupa más volumen. Los problemas son al aterrizar; el oído sufre un cambio brusco y el tímpano se desplaza. El aire en el avión se expande un 25% pero cuando se producen subidas o bajadas bruscas en la altitud la presión puede cambiar. También interviene la humedad relativa, que desciende a entre un 10% y un 20% en los aviones.

En la mayoría de ocasiones el barotrauma se resuelve de forma espontánea en los siguientes días pero de no ser así el médico puede realizar una exploración otoscópica para detectar la causa de base y prescribir el tratamiento adecuado.

Consejos para afrontar los cambios de presión:

​Evitar utilizar el avión para volar si existen resfríos, catarro agudo o episodio alérgico activo: si no es posible cambiar de vehículo y existen problemas de congestión o secreciones hay que tomar medicación adecuada como antihistamínicos y vasoconstrictores para tratar la mucosa nasal. Si existen cirugías recientes en el oído no se debería el viaje en avión y quienes tengan má. dificultad para compensar pueden tomar como precaución medicación. 

Es conveniente regular la presión desde el inicio del viaje: es en el despegue y sobre todo al aterrizar cuando el cambio es más brusco pero a lo largo de todo el trayecto se deben ventilar el oído con bostezos, movimientos mandibulares o masticando. En los niños más pequeños la succión del chupete al bajar puede ser suficiente y en los adultos masticar un chicle puede bastar. 

Si deglutir o bostezar no es suficiente para que se compensen las presiones se puede tomar aire, tapar la nariz y la boca y soplar aumentando la presión en faringe, es lo que se denomina maniobra de Valsalva, que ayuda a ventilar el oído interno. 

Mantenerse despiertos para compensar: hay que evitar estar dormido durante el aterrizaje ya que durante el sueño el mecanismo de deglución está ralentizado.

Fuente: 20minutos.es