Los culpables de que un alimento no esté en buen estado son las las bacterias, las toxinas, los parásitos o los virus. Cualquiera de ellos puede convertir un suculento manjar en un vehículo de enfermedades, aunque en la mayoría de los casos de intoxicación alimentaria el principal causante es una bacteria común.

Puede ser por ejemplo, que un animal haya desarrollado estas bacterias (presentes en su propio intestino), o que el agua que se ingiere se haya contaminado, o que no se haya manipulado de forma correcta un alimento o se haya saltado la cadena de enfriamiento para su conservación. O quizás no se vigiló la higiene a la hora de preparar un plato.

Síntomas y tratamiento de la intoxicación alimentaria infantil

Los síntomas más comunes de una intoxicación alimentaria en niños son las náuseas, dolor de estómago, los vómitos (cólicos), diarrea, sudoración y palidez de la piel, fiebre, dolor de cabeza y debilidad. Comienzan a manifestarse a partir de las 2 horas tras ingerir el alimento en mal estado. 

Si la intoxicación es leve, remitirá por sí sóla poco a poco. Hay que vigilar que el niño esté correctamente hidratado y conseguir parar los vómitos y la diarrea. En el caso que persista, es necesario consultar al pediatra. Si la intoxicación es grave o el niño sufre riesgo de deshidratación, hay que ir inmediatamente a urgencias del hospital más cercano.

Cómo evitar la intoxicación alimentaria en los niños 

Las intoxicaciones alimentarias pueden evitarse con pequeños gestos. A continuación, algunos trucos y consejos:

- Antes de manipular un alimento, lavarse muy bien las manos

- Lavar muy bien los cubiertos y utensilios que se vayan a utilizar para elaborar la comida y aparatos como la batidora, en donde pueden quedar restos de alimentos

- Los trapos de la cocina portan más bacterias que las que encontramos en el baño. Se deben limpiar con frecuencia. Es mejor utilizar papel de cocina desechable para limpiarnos las manos al cocinar

- Vigilar que la temperatura del congelador y la heladera sean los correctos

- Nunca volver a congelar los alimentos una vez descongelados

- Extremar la precaución con los alimentos lácteos y con los huevos en época de calor y vigilar su fecha de caducidad

- Limpiar bien la cáscara de los huevos y secarla antes de usarlos y la piel de la fruta antes de comerla

- Congelar el pescado antes de prepararlo. Así se evitará la desagradabe sorpresa del anisakis