El intercambio de casas para vacacionar no sólo es una práctica extendida en todo el mundo, sino que se trata de una opción en franco crecimiento en Argentina.

La prueba la aportan las 220 casas repartidas en el país, en una red de localidades en la que también figura Rosario como escala.

Así lo reveló este lunes Violeta Díaz, representante de la red IntercambioCasas.com para España y América Latina en diálogo con A diario, por Radio 2.

 Se trata de la versión en español de HomeExchange.com, una red que nació en California y que cuenta con unas 60 mil casas “disponibles” en 150 países.

La opción ofrece varios beneficios según Díaz, que van más allá de “ahorrarse el alojamiento”

Por una parte, “cuenta estar en una casa de verdad y por el tiempo deseado”. Y por otro, “permite vivir las vacacines de una manera distinta a lo que ofrece una habitación de un hotel”.

Para la entrevistada, la modalidad habilita, además, “conocer más sobre los destinos elegidos” porque se cuenta con el valor agregado que siempre supone una charla con los locales.

Para registrarse, hay que ingresar al sitio, completar los datos y “pagar la cuota de 1273 pesos”, que tiene validez por todo un año y que permite organizar todos los intercambios deseados.

Una vez “registrada la oferta”, se elige un destino. la web dispone de “un motor de búsqueda con distintos criterios”.

Establecido el primer filtro y hallado el hogar, Díaz explicó que “se manda un primer mensaje con fechas, que luego se va refinando”. Esto incluye una “búsqueda inversa”, es decir, interesados en visitar el país.

Antes de hacer efectivo el intercambio, el portal ofrece un “modelo de acuerdo”.

Claro que para que el sistema funcione, debe existir un compromiso entre las partes de que las propiedades a visitar queden en las mimas condiciones en que fueron prestadas. Asimismo, las locaciones deber garantizar cierto confort.

Pero, más allá de lo operativo, para Díaz lo más importante es cambiar el modo de entender y habitar esas propiedades (las propias y las ajenas).

“Hay que tener una mentalidad abierta y dejar de lado eso de que «no quiero que alguien duerma en mi cama». Con el tiempo, eso es lo que menos cuenta”, abundó.