Todos conocemos los cuatro grupos sanguíneos por excelencia, A,B, AB y O, y que no todos son compatibles entre sí. Esto se debe a los antígenos que tiene cada tipo de sangre. Estas minúsculas moléculas fueron descubiertas por el patólogo Karl Landsteiner en su afán de descubrir por qué razón la sangre no es compatible entre diferentes personas.

Los antígenos son proteínas ubicadas en los glóbulos rojos. Dentro del plasma sanguíneo están los anticuerpos. Según los estudios, los antígenos (A y B) y los anticuerpos (Anti-A y Anti-B) no siempre se llevan bien. Un antígeno A no es compatible con un anticuerpo Anti-A y lo mismo sucede con B y Anti-B.

En el caso de que se produzca esa unión el cuerpo rechaza el antígeno “agresor” mediante los anticuerpos del sistema inmune. Las personas que tienen el grupo AB cuentan con dos antígenos, pero ningún anticuerpo. Por lo tanto, no se produce una respuesta inmunológica al recibir sangre.

Por último tenemos a los del grupo 0. Ellos tienen los dos anticuerpos, pero no los antígenos. Esa es la razón por la cual pueden donar al que deseen.

Pero no todo termina allí ya que además, junto a la letra va un signo + (positivo) o – (negativo). Esto fue descubierto tiempo después. El nuevo sistema distingue qué personas tienen un antígeno “D” en la sangre (positivo) y las que no (negativo).

Entonces las posibilidades de sangre son 8 y no 4 como en los inicios: A+, A-, B+, B-, AB+, AB-, 0+ y 0-. Este último es conocido como el “donante universal”, ya que su plasma sirve para cualquier grupo y factor.

Sin embargo, solo puede recibir sangre de alguien del mismo tipo. El antagonista es el AB+, que puede conseguir lo que necesita en todos los tipos de sangre pero únicamente tiene la posibilidad de donar a los de su mismo grupo.

Los médicos indican que es muy importante conocer nuestro grupo y factor sanguíneo porque en situaciones de urgencia donde necesitas recibir o donarplasma no siempre se tiene tiempo para analizarla y determinar este dato fundamental.

Los profesionales de la salud recomiendan llevar una identificación con estos datos en el bolso, una pulsera o una medalla. Es muy fácil saberlo, solo se necesita un análisis.

Además de las características que hemos indicado en relación a las compatibilidades al momento de donar o recibir sangre, hay otras cuestiones que convierten a las personas “0” en diferentes y especiales.

Se han encontrado evidencias de que este tipo de sangre es el que tenían todos nuestros antepasados. Hay estudios que indican que las cualidades más interesantes de estas personas son el liderazgo, la concentración y la energía.

Pueden ser muy buenas opciones para un trabajo que requiera una mayor productividad o alguien que guíe al resto. También se sabe que suelen ser optimistas, vivir muchos años y ser fuertes.

Una investigación llevada a cabo en Japón afirmó que este tipo de sangre está relacionado a la organización, la responsabilidad y la practicidad. Al parecer estas personas tienen un mayor sentido de la orientación y la lógica, son comprometidos y conscientes de lo que sucede a su alrededor.

Todo ello estaría influido por nuestros antepasados, que debían ser muy precisos cuando salían a cazar para poder sobrevivir.

Cuando se encuentran bajo mucho estrés o están enojados pueden volverse hiperactivos e impulsivos. Si a eso le sumamos una mala alimentación, el sedentarismo y hábitos poco saludables es más probable que padezcan efectos metabólicos adversos.

La gente con grupo sanguíneo 0 son más vulnerables a la obesidad, la resistencia a la insulina y la poca actividad de la glándula tiroides (porque no mantiene óptimos los niveles de yodo en el cuerpo). Además, es probable que sufran úlceras, retención de líquidos y fatiga crónica.

Si eres del selecto grupo de personas con sangre tipo 0 la cantidad de ácidos en el estómago será mayor que los de otros seres y podrá provocarte indigestión y acidez (entre otros males).