Música, arte, baile, comida, muestras, risas, diálogo, proyectos, parecen ser antónimos de la palabra “cárcel”, o por lo menos, uno no imagina que puedan aparecer juntas en una misma frase. Sin embargo, ayer por la mañana, en la muestra anual de las producciones que se realizan en el marco de los talleres culturales de la Unidad Penitenciaria nº 3, todas esas palabras se conjugaron en una sola: posibilidad.

Durante la muestra, que comenzó a las 9 de la mañana, se expusieron trabajos de cerámica, mosaiquismo, y en el marco del taller de comunicación se proyectó el documental “Territorios Libres”, que aborda los lugares menos transitados de la cárcel, - como la cocina y la enfermería-, y se presentó la sexta edición de la revista digital “Conexiones”, que en marzo saldrá impresa. Además, el encuentro contó con la participación de un dúo de guitarras y el cierre estuvo a cargo del grupo musical “Girda y los del Alba”, que hicieron bailar a todo el patio.

Los 11 talleres culturales que se dictan están a cargo de un grupo de jóvenes de diferentes disciplinas que conforman el Centro de Formación y Capacitación “La Bemba del Sur” y el mismo se enmarca como una de las actividades del Proyecto de Extensión Universitaria “Cultura tras los muros. Derechos y prácticas culturales en la Unidad Penitenciaria nº 3 de Rosario”, radicado en la Facultad de Ciencia Política y RRII de la Universidad Nacional de Rosario.

Diego, uno de los asistentes a los talleres que se encuentra privado de su libertad hace 10 años y 6 meses, cuenta: “Antes era antitallerista. No salía a ningún lado, me encerraba mí mismo, en el pabellón. Una vez me invitaron a participar de una obra de teatro que se hacía en el taller por el Día del Niño. Y ahí me cambió la mentalidad. Desde ahí empecé los talleres. Aprendí mucho y estoy muy agradecido”.

Diego participa de los talleres de títeres, de teatro y de comunicación desde el 2010. En este último fue parte de la realización del cortometraje “El Fabricante de Mujeres” y aprendió a escribir notas, que quedaron plasmadas en la edición nº 6 de la revista digital “Conexiones”, un proyecto coordinado por el doctor en Comunicación Mauricio Manchado y del cual participan estudiantes de la UAI en el diseño y edición de la misma. “La revista es la clara manifestación de que la palabra conserva el poder de trascender los muros, generando conexiones que nos permiten comprendernos unos a otros. De eso se trata, de expresar, sentir, compartir, de estrechar un lazo que en repetidas ocasiones se intenta destruir”, nos cuenta la presentación de la revista y nos introduce en el mundo de la pluralidad de voces que la construyeron.

Acerca de su experiencia con la escritura, Diego cuenta: “Escribía cartas a mi familia, a mis hijos, pero por medio de otros familiares me enteraba que cuando leían mis cartas lloraban entonces decidí no escribir más. Después con el taller de comunicación empezamos a escribir algunos textos y me gustaba escuchar lo que escribían mis compañeros. Está bueno esto de escribir. Todos tuvimos diferentes infancias pero acá, ahora, todos tenemos el mismo pensamiento, todos queremos cambiar, buscamos otros objetivos. Ya vivimos la parte mala, algunos aprendimos de los errores, otros quieren seguir tropezando, yo por mi parte no quiero tropezar más".

“El taller me saca de acá adentro, me da otra mentalidad, no me siento preso”, dice Matías, asistente del taller de radio que se encuentra en la penitenciaría hace un poco más de 4 años. “Aprendí a hablar, antes era tímido, desconfiaba de todos. Ahora socializo con mis compañeros. Me ayudó mucho el taller. Ahora cuando salga quiero estudiar y después de trabajar, de plomero o mecánico”.

“Las rejas no logran destruir el pensamiento”, cuenta una pared, entre otras frases que aluden a la libertad, el amor y los sueños y nos hacen olvidar del encierro, entre pasos de cumbia y un cielo despejado.