Entrar al majestuoso edificio de la Biblioteca Argentina es una experiencia literaria en sí misma, charlar con Victoria Lovell, coordinadora del Taller de Escritura Creativa para Jóvenes, entre silencios y voces de los libros, es comenzar a ser parte de una historia que comienza a escribirse en ese instante.

25 años atrás, Victoria Lovell comenzaba a transitar el camino de los talleres literarios en diferentes espacios de la ciudad. Hoy, celebra ese cuarto de siglo con un libro. Pero no es un libro como cualquier otro, es una novela plural, creada por siete talleristas que a lo largo de estos años fueron parte del proyecto.

“Perdón, ¿usted vio a mi gato?” es el nombre del libro e interrogante clave que une la polifonía de voces en una trama única: “Es la frase que permite el recorrido de cada personaje. Es la pregunta generadora. Todos estos personajes tienen en común un tiempo y un espacio. En este caso es la sala de espera de una psicoastróloga. Entonces, la primera pregunta que ella le realiza a cada uno de los pacientes es esa. Esta pregunta nos permite una gran libertad porque se puede responder desde el presente, desde el futuro, desde un yo o desde una posible reencarnación”.

La sala de espera de la psicoastróloga sumergirá al lector en una atmósfera de sahumerios y tés. Este espacio propicia los relatos narrados en primera persona permitiendo a cada uno contar desde distintos tiempos su historia: futuro premonitorio, reencarnación pasada, presente disociado. De esta manera, la aparición de las voces, de los diferentes registros, de los modos de narrar, aportaron a la conformación de un texto de polifónica extravagancia.

Si bien Victoria cuenta que hace un tiempo que viene pensando en escribir un libro en el cual plasmar sus experiencias sobre los talleres literarios, más de tipo metodológico, finalmente decidió que la mejor forma de hacer material ese trayecto realizado era entrando en plena ficción con quienes trabajaba: escribiendo juntos. Como cuenta Victoria: “La novela fue pensada como una novela de laboratorio. A principios del año pasado cuando nos reencontramos luego de las vacaciones, la pregunta disparadora fue qué leyeron durante ese tiempo. La mayoría había leído novelas, género que nunca trabajé en el taller debido a la extensión. A partir de eso, el primer trabajo que hicimos fue indagar cómo sería para cada uno una novela ideal y consistía en elegir comienzos, medios y finales de distintos libros en las cuales hubiera una coherencia interna y una cohesión. Luego de esa experiencia, pensamos qué tipo de estructura novelística teníamos que tener en cuenta para construir una novela plural. Y así comenzamos”.

El proceso de escritura y elaboración demandó dos años y se llevó adelante en la Biblioteca Argentina, con algunos de los talleristas que fueron asistiendo a lo largo de los años. Estos son: Rosana Alcobé, Julia Caravaca, Luján Enorad, Pamela Gaido, Pablo Giangreco, Pablo Padial y María Emilia Padinger. Como cuenta Victoria: “Es un grupo que se fue formando a lo largo de los años. Algunos participan hace más de 15. Este tipo de trabajo es imposible realizarlo en un primer año de taller porque era un proyecto que había que sostenerlo. Lo que se prioriza es la novela, entonces, hay muchas cosas que deben dejarse afuera. Hubo capítulos enteros que se escribieron, que en la selección final se descartaron. Para generar esa conciencia de trabajo grupal necesitás tiempo y además un trabajo previo de distintas técnicas de escritura, por ejemplo, el monólogo interior, el diálogo coloquial. Justamente el origen de la novela se dio porque los talleristas que venían hace mucho tiempo sentían la necesidad de escribirla”.

Consultada acerca del proceso de escritura dada la complejidad de la creación de una novela con la participación de siete personas, Victoria nos cuenta: “El proceso de creación fue similar al de un director de cine trabajando con sus actores y probando, preguntándose  ¿Qué pasa si…?´. Cada tallerista venía con partes del texto y había una interacción con el resto. En un momento los que hablaban ya no eran ellos, si no sus personajes”. Y luego agregó: “En un primer momento había que ponernos de acuerdo en el espacio, tiempo y generar fundamentalmente la idea de verosímil. Además, definir cómo hablaba el personaje de la psicoastróloga. Por eso durante un año tuvimos que trabajar con muchísimo cuidado cómo era la atmósfera, cómo era el trato del paciente con ella, cómo interactúan los personajes en esa sala de espera.  Algunos de los autores, son autores de hasta tres personajes”.

Victoria resalta la singularidad de este tipo de trabajo en una instancia de taller: “Tengo entendido que hay otras experiencias de novelas colectivas en Rosario, pero nosotros hicimos una novela plural, dialógica, la cual tiene un enorme trabajo de corrección. No es una sumatoria de gente que funciona detrás de un tema. Esto es un trabajo de escritura minucioso; cada personaje habla de una manera y refleja un mundo detrás, expresa ciertas particularidades, posturas y niveles que no hay que perder de vista”.

Otra particularidad del libro es la participación de once dibujantes rosarinos que ilustran los personajes. Esta intervención surgió de uno de los talleristas Pablo Padial, quien también se especializa en dibujo, y ofreció realizar esta tarea junto con sus compañeros en el taller de Carlos Ariel Barocelli. Los ilustradores son: Carlos Ariel Barocelli, Pablo Padial, Luciano Ominetti, Germán Peralta Carrasoni, Mauro Micciché, Nico Martin, Flor Martín, Keno Kizzard, Julia René, Ariel González Ballini, Javier Oliver, Gonzalo Mansilla, Grisel Vander Mey y Rocío González Amez Droz. Además, el diseño de arte está a cargo de la ilustradora Flor Martín.

Finalmente, el inmenso recorrido de Victoria en la Biblioteca nos invita a consultarle acerca del vínculo de los estudiantes con los libros en tiempos de internet, donde lo digital pareciera amenazar con hacerlos desaparecer, en vaciar salones de lectura y depositar todas las letras en pantallas. Al respecto, Victoria reflexiona: “Como transeúnte de este espacio puedo decirte que las salas de la biblioteca están siempre llenas, los chicos vienen a la sala infantil a preparar sus materias, estudiar, utilizan internet. Por eso creo que los chicos necesitan conectarse con el objeto libro. Pero este objeto libro no está solo, hay muchísimas estrategias que se utilizan para acercar ese objeto al niño. Si no, entramos siempre en la discusión de “Apocalípticos e Integrados” de Humberto Eco”. Y continúa diciendo: “Yo creo que las dos cosas están, el libro electrónico y el digital, y es maravilloso que así sea. Deben interactuar, y para ello el docente debe enseñar a los alumnos a sabér qué leer, cómo buscarlo. Un ejemplo es la cantidad de diccionarios que tenemos en internet. El que no tiene la práctica y el criterio no sabe cómo usarlo. Tenemos que enseñarles a cultivar estrategias lectoras para que puedan aplicarlas a cualquier dispositivo”.

El jueves 17 de diciembre, a las 19, en la Sala de Lectura de la Biblioteca Argentina Dr. Juan Álvarez, se invita a participar a la presentación oficial del libro, enmarcada en la celebración por los 25 años del taller literario.

“En la pluralidad polifónica, en el montaje discursivo, en el desplazamiento temporal, la historia se entreteje entre todos”, expresa Victoria en el sublime prólogo que abre las puertas de la novela. Y del consultorio.