En 2017 la Fundación Rosario lanzó la campaña Rosario Abanderada, para destacar a la ciudad como lugar de creación del emblema nacional. Este año reedita la iniciativa de embanderar puertas de viviendas, balcones, comercios y lugares de visibilidad pública e insiste en revalorizar el 27 de febrero, fecha en que Belgrano izó la bandera por primera vez, a orillas del Paraná. El historiador e investigador Miguel Ángel De Marco (h) se sumó a la convocatoria y analizó, en diálogo con Rosario3.com, las razones que llevaron a Manuel Belgrano a elegir a Rosario, como lugar del primer izamiento de la celeste y blanca.

“Para los rosarinos, la creación de la bandera hace a su propia identidad –afirma el investigador–. Es tan rico el significado del 27 de febrero para los rosarinos, tuvimos una participación tan decidida en aquella coyuntura, que para nosotros es una especie de galardón que nos distingue frente a otras ciudades. Si no le damos el significado que tienen, las fechas pasan como un feriado más”.

Belgrano y sus amigos rosarinos

De Marco contextualiza el delicado momento histórico de la lucha por la emancipación, cuando estaba en riesgo la vida del caserío conocido entonces como Pago de los Arroyos. En aquel entonces, los vecinos de ese poblado que luego fue la ciudad de Rosario, se jugaron por la causa patriota y estuvieron al lado de Belgrano, enarbolando la bandera.

En 1812, Rosario tenía unas 400 almas y a pesar de ser un poblado chico, ya estaba dividido entre una mayoría patriota y una minoría realista.

“Había una relación muy especial entre los rosarinos y el creador de la bandera. Belgrano ya había estado por estos lugares y conocía a vecinos bastante encumbrados –dentro de lo que era la humildad del caserío– y también conocía la lealtad de los milicianos que un año antes lo habían acompañado en la Campaña al Paraguay. Había una relación previa de mucha solidaridad. Los vecinos sabían de su decisión por la causa patriótica y lo apoyaban”, explica.

“En ese entonces, Rosario tenía unas 400 almas y a pesar de ser un poblado chico, estaba dividido entre una mayoría patriota y una minoría realista. El pueblo, el criollaje, estaba a favor de la causa de Mayo que representaba Belgrano. La población vivía en permanente zozobra porque el río Paraná era un área de control de los españoles que tenían su escuadra en Montevideo. Entonces –relata De Marco– la presencia de Belgrano con las baterías venía a traer un poco de seguridad a esta zona desprotegida. La bandera que se izó ese día representaba también para los rosarinos, un símbolo de protección”.

La primera bandera se juró por la emancipación de toda América del sur.

El investigador destaca que Belgrano hizo jurar a los rosarinos reunidos en torno a la bandera, por la emancipación y la libertad de América del sur, denotando una concepción de patria más amplia que la estrictamente nacional. “Esa jura –remarca– tuvo, además, un contenido ideológico. Quizás no se estaba afirmando una vocación de independencia de la Argentina tal como la conocemos hoy, pero sí juraron por emancipar a toda América del sur del dominio español. La jura tuvo un significado mucho más trascendente”.

Rosario, cuna de la escarapela, la bandera y la rebeldía

Mucho se ha dicho, a lo largo de la historia, del temor que causan los desobedientes a los que mandan y del germen de desobediencia que late en todo acto revolucionario. Según los manuales con los que se enseñó, durante décadas, Historia Argentina en las escuelas, Manuel Belgrano aparecía como una figura edulcorada más cercana a los ámbitos intelectuales que al campo de batalla; sin embargo, los hechos demostraron que no sólo era un revolucionario, sino que estaba dispuesto a desobedecer órdenes, si el momento histórico lo demandaba.

De Marco cuenta que unos días antes del 27 de febrero de 1812, el Triunvirato –que detentaba el poder central– había autorizado a Belgrano a tener una escarapela; por eso Rosario también es cuna de la escarapela nacional. Ese primer gran símbolo patrio que portaba los mismos colores que luego tuvo la bandera, también fue creado en Rosario y fue pensado como un distintivo de las tropas del Río de la Plata, para diferenciarlas de las realistas.

“El 18 de febrero de 1812, el Triunvitrato contestó a la inquietud de Belgrano que pidió esa manera de identificarse para distinguir las tropas y a partir de esa fecha, en Rosario se empezó a usar la escarapela. Por eso, Rosario es la cuna de la escarapela y de la bandera. La diferencia –señala– es que mientras la escarapela sí había sido autorizada, la bandera no lo estaba”. El Triunvirato consideró que Belgrano se había apurado con la bandera, porque la enarboló aún sin estar autorizado a hacerlo”.

La escarapela había sido autorizada por el Triunvirato; la bandera, no.

“Desde el punto de vista de un contingente armado, la bandera tenía mayor presencia que la escarapela y eso Belgrano –que era un revolucionario y un comunicador– lo sabía. Él era la revolución, pero si no hubiera estado aquí, quizás no habría izado la bandera el 27 de febrero de 1812. Lo hizo en Rosario porque tenía un grupo de conocidos y amigos, entre los que se destacaba la figura de María Catalina Echeverría de Vidal –hermana de un gran amigo de Belgrano, Vicente Anastasio Echeverría (un alto funcionario de la revolución en Buenos Aires y el único rosarino que estuvo presente en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 que destituyó al virrey)–. Según la historia oral, fue ella quien confeccionó aquella primera bandera".

De Marco explica que si no hubiera contado con esa relación de amistad, la cooperación de doña Catalina y el fervor de los paisanos, quizás habría tenido que esperar otro momento para izar la bandera. La excusa fue la inauguración de la batería Libertad, posición artillada con cañones que se levantó del lado de Rosario para impedir el paso de las tropas realistas.

En el momento, el Triunvirato desautorizó a Belgrano y le ordenó destruir o esconder la bandera. Belgrano fue destinado al Alto Perú y se llevó con él la enseña patria, que le costó mucho retener sin que se la quitaran, hasta que pudo volver a hacerla pública.

Rosario: una comunidad en un cruce de caminos

¿Por qué el 27 de febrero no tiene la fuerza que debería tener, a pesar de ser la fecha en que se izó por primera vez la bandera nacional? ¿Ocurriría lo mismo si ese hecho histórico hubiera sucedido en Buenos Aires? “Todo lo que pasa fuera de Buenos Aires parecería que carece de la misma fuerza, pero el 27 de febrero de 1812 fue muy importante desde lo simbólico, tan importante como cualquier encuentro armado de la lucha por la independencia”, sostiene el historiador.

“De alguna manera –insiste– Rosario ha sido no sólo cuna de la bandera, sino también cuna de grandes actos de rebeldía, de creatividades que aún hoy sorprenden. Es un ámbito que tiene la distancia suficiente de una ciudad como Buenos Aires, donde está el poder político, y por otro lado, está en el cruce de caminos. Donde hay una comunidad en un cruce de caminos, hay también mayor circulación de ideas y posibilidades de aceptar con una mente más abierta posiciones distintas”, concluye De Marco.