El bullying es un tema cada vez más relevante en los ámbitos educativos y requiere de intervenciones eficaces por parte de la comunidad escolar para evitar problemas de depresión, baja autoestima y alta ansiedad en el ámbito educativo. Es una problemática de gran riesgo para la salud mental de los niños y los adolescentes.

Según la Organización Mundial de la Salud, la violencia generada en el contexto escolar consiste en “el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o una comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”. La República Argentina presenta los niveles más altos de bullying o acoso escolar en América latina, según un estudio realizado por la UNESCO entre 2005 y 2009. A pesar de la preocupación que la temática ha generado en los últimos años, pocos estudios empíricos se llevan a cabo en nuestro medio para evaluar la magnitud del problema, las características del acoso y las consecuencias que tiene para las víctimas.

En esta línea, un equipo de investigación del Área de Psicología del Instituto de Ciencias Sociales y Disciplinas Proyectuales de la Fundación Universidad Argentina de la Empresa (UADE), dirigido por el doctor Santiago Resett, realizó una evaluación del acoso escolar en instituciones educativas de nivel medio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y otras regiones de la Argentina. Se evaluaron alrededor de 1.500 alumnos. Para ello, se utilizó como herramienta el Cuestionario de Olweus, uno de los más usados en el mundo en esta problemática. El cuestionario debe su nombre a su creador, Dan Olweus, uno de los pioneros en estudiar la temática hacia la década de 1970, quien analizó el fenómeno de la agresión entre pares en instituciones escolares de las naciones nórdicas.

Los hallazgos en la muestra indicaron que, en escuelas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, alrededor del 22% de los alumnos son victimizados al menos dos o tres veces al mes, principalmente mediante sobrenombres. Pudo detectarse que los chicos son acosados generalmente en el patio de la escuela y –llamativamente–en el aula con el docente presente. Sólo un alumno de cada diez indicó que acosaba a otros. El 84% de los alumnos de la muestra manifestó haber sido agredido por un compañero de su curso. El doctor Resett señaló que “un hecho de gran preocupación es que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene niveles muchos más altos de acoso (casi el doble o el triple) que el de otras regiones examinadas por este equipo de investigación, como Entre Ríos, Río Negro y Chubut”.

Otro dato de relevancia es que la mayoría de los adolescentes acosados (un 54%) no informa a otros sobre estos hechos. La gran mayoría de los alumnos no alerta sobre este tipo de prácticas, lo cual no permite interrumpir el acoso, aunque coinciden en que se trata de una situación que les genera tristeza. Además, la mayoría cree que la escuela y los docentes no hacen nada para detenerlo. Los alumnos victimizados presentan mayores niveles de depresión, baja autoestima y ansiedad, principalmente una mayor sintomatología depresiva.

A partir de los resultados hallados, el equipo de investigación ha realizado actividades de transferencia desde la Fundación UADE para padres, docentes y directivos del nivel medio, no sólo enfocados a difundir los resultados de la investigación, sino también a transmitir alternativas de intervención y sugerencias sobre qué puede hacer la comunidad educativa para detener el acoso.

El paso próximo del grupo coordinado por el doctor Santiago Resett es llevar a cabo investigaciones de intervención en las escuelas en torno de esta problemática, para demostrar cuáles son las formas más exitosas de erradicar el acoso. También se está profundizando en el estudio del cyber-acoso (acoso mediante las nuevas tecnologías), el cual tiene características que lo hacen más difícil de detectar y detener: trasciende el espacio físico de la escuela, se viraliza rápidamente y su público es masivo, entre otras características. De este modo, se está examinando de qué manera estas nuevas formas de acoso a través de la tecnología afectan la salud mental de niños y adolescentes.