El final de la película se conocerá el 14 de junio. Pero el socialismo, gobernante en la provincia y en la ciudad, vivió en estas internas abiertas acaso su elección más negativa desde que llegó a la Intendencia de Rosario.

Con los números en la mano, puede decirse que no sólo quedó en serio riesgo la continuidad en el gobierno de la provincia, sino también en la Municipalidad. Para conservar ambas administraciones, Miguel Lifschitz y Mónica Fein deberán retener prácticamente todos los votos que fueron a sus adversarios en la interna abierta, Mario Barletta y Pablo Javkin, y esperar que los candidatos del PRO, Miguel del Sel y Anita Martínez –ambos fueron los más votados en sus categorías–, no sumen a los que fueron a terceras opciones y que acaso los vean ahora como alternativa para un cambio de signo político.

Lifschitz, en ese sentido, parece tenerla más difícil que Fein: en realidad ni siquiera le alcanzaría con sumar los votos de Barletta. A nivel municipal, al menos el Frente Progresista quedó, con la suma de sus dos postulantes, varios puntos por encima de Unión PRO.

Hay, dentro de este panorama complicado, un dato del cual tiene para agarrase el Frente Progresista –que sin dudas deberá replantearse su estrategia de cara a junio– en su objetivo de torcer este escenario que no fue justamente de victoria: el gobernador Antonio Bonfatti arrasó en el rubro diputados provinciales.

Es que si bien la gran elección de Miguel del Sel parece tener un importante componente de voto castigo hacia la gestión provincial –bastante notable en sectores medios de Rosario, también hacia la gestión municipal–, esto se contradice con la cosecha del actual gobernador en funciones. 

El mensaje de las urnas es, de alguna manera, ambiguo: por un lado expresa voluntad de cambio, por el otro un respaldo a quien hoy lleva adelante la gestión. Acaso la confusión que puede generar el sistema de boleta única haya metido la cola en este sentido.