Matías Manna

¿Cuánto tiempo aguantás que tu equipo realice pases en campo contrario intentando encontrar la mejor forma de ingresar al área rival pero sin poder rematar? Si son pocos, si te ponés nervioso y querés que se acabe la tenencia enseguida. Entonces, no los uses. No los pongas. Sr. Entrenador que lee esta columna, no los ponga.

Ahora que ya logró encontrarse a si mismo y responder el primer cuestionamiento, piense en su 5, en su volante central. En caso de tener que elegir uno entre dos jugadores bien distintos, uno técnico con interpretación de pase y asociación y otro muy bueno en lo defensivo, gran anulador de los 10 contrarios, ¿a quién desea?.

Uno vez que responda estas dos preguntas, puede seguir leyendo porque vamos a hablar de los mediocampistas de control. Si eligió al defensivo y se pone nervioso por tanto "tiki tiki", usted no los prefiere. ¡Huya!. Cierre esta intrascendente columna y olvide a los centrocampistas de control para siempre.

Acá, en "juego de posición" los preferimos, los deseamos. Sino no podríamos escribir ni planear partidos o metodologías de entrenamiento donde ellos son el eje del todo.

La posesión de la pelota es todo. Lograr que tu equipo domine en campo contrario mediante pases es nuestra mejor sensación. Los pases ordenan todo, fabrican el equipo. Para eso los necesitamos. Los centrocampistas de control, son aquellos que no la pierden nunca en la zona media. Los que no se cansan de pasarla, aunque sea lateralmente pero siempre la pasan, con el objetivo de llevar al rival lo más cerca posible de su propio arco. El objetivo de una secuencia de pases es desacomodar el orden defensivo rival. Pases para ordenarse, pases para desacomodar al rival, que les quede el extremo de central izquierdo o el 9 de 5 mientras se ataca. Eso es el objetivo de la tenencia y de la posesión. El equilibrio es el juego, los pases. "El equipo es equilibrado si atacas desequilibrando el orden defensivo rival para que no te puedan contraatacar o atacar", sostuvo esta semana, con criterio, el entrenador Raúl Caneda.

Los que ya dejaron de leer esta columna, prefieren el equilibrio a través de jugadores que puedan anular a los rivales o que garanticen persecución por el campo y desean a mediocampistas "llegadores", más verticales. Mediocampistas con gol, sostienen prácticos y agresivos.

¿No es más equilibrado garantizar una buena tenencia de balón a través de los centrocampistas de control? A mediados de la década del 90, le consultaron en una entrevista a Johan Cruyff sobre su "Dream Team" en Barcelona, equipo que marcó una época en el fútbol mundial, punto fundante del reconocido modelo de juego del Barcelona. ¿Qué es lo mejor que tiene su equipo?, le consultaron. "Tener la pelota. Como se juega con un balón únicamente, si yo la tengo, el rival no lo tiene y no me puede dañar". La respuesta recibió la carcajada del periodista y de los espectadores que estaban en el estudio. Cruyff giró su cabeza y los miró sorprendido. No era una ironía, hablaba en serio.

Una vez que se logra el control del juego y que el equipo logra pasarse la pelota, ahí viene lo más difícil. Encontrar el momento exacto para el pase profundo, para el último pase. Crear movimientos colectivos para romper las líneas defensivas del rival. Todo tiene como objetivo final encontrar el gol. Es el mismo objetivo de los que no leen más este penoso artículo (¿o todavía siguen aquí?). Pero la diferencia es como quieren defenderse, unos con la pelota con los pases desactivando las contras del rival porque, en caso que la cadena de pases sea buena y rápida, cuando logre recuperar la pelota tendrá a sus jugadores desacomodados y en posiciones no habituales. Otros separan los momentos del juego, ataque y defensa por partes autónomas. Entonces piensan más en el equilibrio defensivo y priorizan a jugadores sin ese nivel de asociación.

Por eso reivindicamos a los mediocampistas de control, para la zona media los preferimos antes que los que se desesperan por entrar al área. Ante una pérdida del equipo, los que se van rápido no estarán donde tienen que estar. Y eso es un contraataque seguro, comprometiendo a los defensores que se verán en inferioridad. El objetivo de los mediocampistas, el principal, no es jugar de extremo ni de 9. Es lograr el control y el último pase. Y todo eso lo deben hacer conduciendo lo mínimo y soltándola lo más rápido posible. Porque así consiguen darle ritmo al juego y, por sobre todo, mantener el juego de posición, no ofensivo, sino defensivo, porque en cuanto hay una pérdida en la elaboración defensiva estarán preparados para recuperar.

Todos los mediocampistas son válidos. Faltaría más. Pero aquí preferimos a los centrocampistas de control. Agradecemos que se haya quedado hasta el final de este artículo, de lo contrario Banega y Bernardi no jugarían juntos. Ultima pregunta: ¿Son complementarios? Si piensa que Bernardi y Banega no son compatibles y que se pierde poder ofensivo incluyéndolos por delante del mediocampista más atrasado, váyase de una buena vez y no vuelva leer todo esto.