Hasta las seis de la tarde la emoción este domingo de elecciones corrió por los pasillos de escuelas y facultades; y después por los bunkers de los candidatos. El PRO tuvo a sus dirigentes repartidos entre la capital provincial, donde esperaban que los números le fueran favorables a Miguel Del Sel como gobernador; y Rosario, donde corrían los mismos nervios entre militantes de Anita Martínez que buscaba la intendencia. Sin embargo, pasada la medianoche, las filas macristas se fueron de Club Brown con sospechas de irregularidades en el escrutinio y la promesa de contar “voto por voto”. Y arriba, en el techo, quedaron sin soltar los globos preparados para el festejo. 

En el boliche devenido búnker político, una hilera de guirnaldas de colores señalaba el camino. En una punta del salón principal estaba dispuesto el escenario con una pantalla gigante que iluminaba con el logo del PRO, y del otro lado, en la baranda del entrepiso, un gran cartel de letras amarillas formaba “Anita”, la rayita de cada “a” con un globo en forma de corazón rosa. A cada lado, dos hileras de televisores en mute seguían la cobertura de los canales locales. Y arriba, camuflados en el techo negro, había un par de bolsas gigantes llenas de globos listos para ser liberados en caso de celebración. 

Bien temprano, desde las 18, los concejales María Julia Bonifacio y Carlos Cardozo; y la diputada Alejandra Vucasovich se paseaban esperando algo de acción. Los dos últimos eran los encargados de informar a la prensa sobre las últimas novedades. Hasta allí, todo venía bien y la legisladora incluso pensaba en arrancar para Santa Fe alrededor de las 23.

Pero a las 21.55 el festejo en el búnker del Frente Progresista modificó algunos planes. Un puñado de curiosos, la mayoría periodistas, se apiñaba en los televisores para escuchar al diputado provincial Eduardo Di Pollina que daba a conocer los guarismos de sus mesas testigo mientras Mónica Fein regalaba a la cámara una sonrisa relajada. La música de fondo no dejaba oír bien y muchos apelaron a la lectura de labios, pero los zócalos eran más que claros: doble triunfo socialista en Santa Fe y Rosario.

 “No lo puedo creer”, lanzó uno.

Fue de los pocos que se mostró afectado, la mayoría de los presentes parecía más entretenida en la charla con el otro o en atajar la bandeja de empanaditas de carne recién salidas del horno. Incluso cuando se lo vio por las pantallas a Mauricio Macri con Del Sel, muchos parecían más pendientes de las bandejas que de las palabras de su líder.

Y entonces, los camarógrafos se agarraron la cabeza. Mientras preparaban las luces en el sector de arriba donde estaba dispuesta una mesa larga con seis sillas y sus respectivas copas de agua, la conferencia de prensa se trasladó abajo en un minuto, a un costado del escenario.

De camisa blanca y saco rojo, apareció Anita de la mano de su hijo mayor. Detrás suyo la seguían Chumpitaz y Vucasovich. “Vamos a esperar y a contar votito a votito”, advirtió. La diputada reafirmó sus palabras y recordó “la mala experiencia de la vez pasada”; se refería al escrutinio de las Primarias de abril.

Un enérgico “gracias” dicho por uno de los organizadores puso fin a la repentina –y brevísima– rueda de prensa y Anita volvió detrás del escenario entre aplausos. Las bandejas siguieron circulando.

Una hora más tarde se escucharon otra vez los aplausos. La concejala y candidata a intendenta había logrado esquivar a la prensa y llegar hasta el salón desapercibida. Allí empezó a repartir besos y abrazos pero inevitablemente la rodearon los micrófonos y las luces. Insistió en que aún no estaba todo dicho y dio por terminada la jornada. Por el momento no quedaba más que hacer que esperar el escrutinio definitivo.

En eso le sonó el celular y del otro lado de la línea una voz la hizo llorar. “Gracias, muchas gracias. Gracias por todo”, repitió una y otra vez. “Es Macri”, dijo uno de los hombres que estaba cerca suyo y al lado una jovencita corría la cara afligida: “No puedo verla a Anita llorar”.

Cuando cortó la comunicación, otra joven militante del PRO, con la camiseta amarilla literalmente puesta, la apretó en un emotivo abrazo que le hizo saltar de nuevo algunas lágrimas.

“¿Qué le dijiste?”, le consultó Rosario3.com a esta estudiante de Medicina de 19 años.

“Le conté de todo el trabajo que hicimos por ella. Que estamos contentos con esta elección y que si no se da esta vez, será la próxima”, dijo emocionada.