Está demostrado que los trabajos más ricos y productivos son los que se realizan con otros, no de manera individual. Dichos trabajos en común, en la escuela, más allá de sumar ideas, concatenan con otros aprendizajes de otras disciplinas si son encaminados adecuadamente.  Es por eso que, en el marco del uso de las TIC en el aula, la colaboración entre pares también es fundamental.

Un trabajo colaborativo es una actividad sostenida por un grupo de personas que realizan tareas diferentes con un objetivo común, el cual no se logra de manera individual sino a partir de la interacción grupal y cada uno es responsable por todo el grupo. Sagol sostiene que, en educación se considera que el aprendizaje colaborativo es aquel basado en actividades grupales y que da como resultado el desarrollo de habilidades mixtas, tanto de aprendizaje como de desarrollo personal y social.

A diferencia de los trabajos grupales que están acostumbrados nuestros estudiantes, en esta nueva forma de trabajar, en este nuevo contexto de inclusión de tecnología en el aula es  indispensable la responsabilidad y el compromiso de todos los que  participan en el grupo, dado que quedan registrados los aportes que  cada uno va realizando. De esa manera, no sólo el trabajo, sino también la evaluación, será individual y grupal, rescatando las participaciones y las ideas que van subiendo a la red.

Según Pico & Rodríguez (2011), las producciones textuales colaborativas involucran procesos de escritura donde convergen varios autores con el objetivo de producir un único documento y la modalidad de trabajo se basa en la responsabilidad que comparten los colaboradores con el fin de contribuir a incrementar y mejorar el conocimiento de todos a partir de escuchar las opiniones de los otros, de buscar acuerdos e instrumentar juntos las soluciones generadas por el grupo. De este modo, la escritura colaborativa es una actividad multitarea la cual involucra distintos procesos que le otorgan su rasgo definitorio a este tipo de escritura.

Estos espacios son muy interesantes para los estudiantes y para los docentes porque los primeros, los jóvenes, deben negociar con otros qué y cómo escribir; es decir, la colaboración es mucho más que escribir un poco cada uno, y para los segundos, es una instancia de  seguimiento porque permite identificar quién, cómo y en qué momento hace su aporte y, a su vez, hacer ajustes sobre su propia práctica; es decir, es un potencial para reflexionar y evaluar al alumno, a sí mismo y a su propia planificación.

Con este tipo de trabajos grupales, se podrán escribir informes, monografías a través de Google docs, una aplicación de Google y una de las herramientas más conocidas, aunque hay otros que también se pueden indagar.

Si bien los más jóvenes se han apropiado de la tecnología de un modo inusual e interesante, serán los docentes, quienes podrán ayudarlos a buscar, revisar e investigar los recursos digitales que podrán disponer a fin de usar dicho material para repasar, autoevaluarse o, también, como medio para usar en sus presentaciones o trabajos prácticos. A través de ellos, se pueden registrar experiencias, documentar experimentos, realizar entrevistas en video, encuestas, y compartirlos con toda la clase. Es viable utilizar películas, videos o fotografías para construir un determinado concepto o para evaluar, si se desea.

Es posible planificar y usar plataformas informáticas para armar redes, es decir,  mensajería, documentos compartidos a través de Google Drive o sistemas de redes sociales, tales como facebook o twitter, entre las más conocidas. De esta manera, podremos reemplazar y mejorar con redes digitales los viejos sistemas de comunicaciones a fin de ir estableciendo otras formas diferentes y nuevas para los docentes pero ya en uso por nuestros estudiantes.

Por Carina Cabo - Especialista en TIC y Educación