​La espalda de Pablo Emilio Escobar Gaviria, el capo narco más poderoso de Colombia, fue cuidada con celo por Jhon Jairo Velásquez Vásquez. Fue su mano derecha, el que lo dejó dormir tranquilo aunque sea algunas noches, y quien hizo por él – tantas veces– el trabajo sucio. Alias “Popeye”, este hombre que pasó a la historia por ser el lugarteniente del “patrón del mal” y cumplir una larguísima condena por ello, habló con Radiópolis, el programa de Roberto Caferra en Radio 2.

Ya fuera de prisión, Popeye no puede caminar libremente. Su actual colaboración con la Justucia colombiana, incluso sus propios recuerdos, lo condenan a la clandestinidad de por vida. Sin embargo, ya puede saborear su costado más amable, allí donde no interfiere el dinero ni el poder. “Vivo de lo que fui, viendo mi historia a Hollywood. Durante los 23 años que pasé en prisión gasté el 80 por ciento de mi dinero, ahora con el 20 restante vivo humildemente”, sostuvo.

“La felicidad no está en los lujos, sino en una tarde soleada, en comerse un helado. Hacía tiempo que no veía la luna y ahora encuentro la felicidad en las cosas pequeñas de la vida”, admitió. A pesar de la paz que puede gozar en la actualidad, Vásquez tiene un pasado muy profundo y oscuro, dividido en dos partes: sus tiempos junto a Escobar y los días en prisión, cumpliendo una condena por ello.

De ambos capítulos brindó precisiones durante la entrevista radial en la que dejó en claro una postura: se siente partícipe de una guerra contra el Estado colombiano en la que tuvo un papel y considera que, en ese marco, debió matar tal como sucede en este tipo de enfrentamientos. Para él, las circunstancias no le dejaron otra opción: era matar o morir.

También se refirió a su jefe de quien expresó: “Era un guerrero, tenía esa mentalidad. Tengo mucho respeto por Pablo Escobar, es mi norte, me he arrodillado ante su cadáver. Lo extraño porque era mi amigo, mi patrón, mi guía”.

Aunque siente que en la cárcel logró “resocializarse”, no reniega de sus días de asesino “profesional”. Sin dudar, respondió que sí, cuando se le preguntó si miraba a los ojos a sus víctimas: “Nunca maté a nadie con mis manos, siempre con armas. Y lo hacía de manera profesional, era mi trabajo. En una Colombia en guerra había que matar”.

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"Popeye" con Roberto Caferra. (Radio 2)