El momento de la partida está llena de incertidumbre. A tal punto que, antes de subirse a la embarcación que los lleve hacia otro lugar –y una vida posible–, algunos refugiados que deciden emprender el viaje escriben su nombre y teléfono de contacto en el salvavidas. Claro, aquellos que tienen acceso a un chaleco.

Mientras esto ocurre por mar, en tierra, en la frontera serbio-húngara, proliferan los “taxis para refugiados”. Se trata de servicios irregulares que prometen un traslado a Budapest por hasta 200 euros por persona

"Mi nombre es Abdi. Llamen a este número. Ella es mi madre", se lee en un tuit que publicó Médicos Sin Fronteras en su cuenta.

En otro chaleco, el mensaje simplemente era "te quiero, mamá".

Por fortuna, según se lee en los posteos posteriores, Abdi (autor del primero de los mensajes) pudo ser rescatado con vida.

Su salvavidas pertenece a una de las 15 mil personas fueron salavadas en el mar Mediterráneo desde el último mayo por MSF.

La organización incluyó las fotografías en una carta abierta a los líderes de la Unión Europea titulada “UE: tus vallas matan. Ofrece un paso seguro y legal.”

También a través de tuits, MSF denunció el “negocio” (usa la palabra “contrabando”) que se ha articulado en torno a la desesperación de los refugiados y su ingreso a Europa.

El enviado especial de el diario El Mundo, Olmo Calvo, revela uno de esos inescrupulosos emprendimientos en un artículo publicado este lunes bajo el título de “El negocio de los «taxis para refugiados»”.

En el texto, el cronista señala que “el inminente cierre de la frontera de Hungría ha provocado que los migrantes intenten cruzar lo antes posible y continuar su camino hacia los países del norte de Europa. Los refugiados que ya se encuentran en suelo húngaro recurren desesperados a los transportes irregulares, que han proliferado de manera descontrolada, para dejar atrás Hungría”

Según informa Calvo, la policía húngara interceptó el último domingo una furgoneta en pueblo de Roszke, fronterizo con Serbia.

En el vehículo, manejado por un húngaro, viajaban doce adultos y tres niños, uno de ellos, un bebé.

“Aseguraban ser sirios y haber pagado 450 euros entre todos por el viaje hasta Budapest”, cuenta Calvo, al tiempo que señala: “El mismo trayecto en tren tiene un precio de unos 10 euros por pasaje.”

Policías húngaros detienen una furgoneta por transporte ilegal de refugiados, en Roszke. Fuente: El Mundo/Olmo Calvo.


El enviado apunta que también hay autos particulares apostados a un kilómetro de la frontera con Serbia y que cobran “una media de 200 euros por persona” para llevar a los solicitantes a la capital húngara.

“Durante todo el día hay algunos vehículos aparcados en la estación de servicio, pero es al caer el sol cuando comienza el negocio”, se lee.

Según datos oficiales, sólo el último sábado 4.330 personas entraron en el país desde Serbia, pero los policías fronterizos aseguran haber visto pasar a más de 11 mil.