El presidente del gobierno español en funciones, Mariano Rajoy, rechazó ser el primer candidato que intente formar un nuevo Ejecutivo en España a propuesta del rey Felipe VI, pero no renunció a hacerlo en un futuro, obligando a la apertura de una nueva ronda de consultas a partir del próximo miércoles. 

Rajoy, jefe del Ejecutivo desde diciembre de 2011, se impuso con su Partido Popular (PP) en las elecciones del 20 de diciembre pasado sin una mayoría suficiente como para gobernar y en un mes no logró que otros grupos le garantizaran su apoyo para superar el trámite parlamentario que le permitiría obtener la reelección. 

Tras reunirse con Felipe VI, la Casa Real española informó por medio de un comunicado que Rajoy "ha declinado" el ofrecimiento del monarca de someterse al debate de investidura, algo que él mismo confirmó posteriormente, con matices, en conferencia de prensa desde el palacio de La Moncloa, sede del Ejecutivo. 

"El Rey me ha ofrecido presentarme a la investidura. Le he agradecido el gesto. La deferencia que ha tenido con mi persona, pero le he dicho que en este momento no estoy en condiciones de presentarme", comenzó diciendo Rajoy. 

"No tengo los votos a favor y tengo una mayoría acreditada en contra", añadió. 

"No tiene sentido que vaya allí con el único efecto de que empiece a correr el plazo de dos meses que pone la Constitución", manifestó el líder conservador. 

Sin embargo, rápidamente quiso dejar claro que sigue aspirando al cargo: "Mantengo mi candidatura a la presidencia del gobierno, pero todavía no tengo los apoyos".

"Esta mañana hemos conocido una candidatura que tendría menos votos en contra que la mía. No tendría sentido que prepare mi investidura mientras otros ya negocian el gobierno", explicó el líder conservador. 

Rajoy se refería así a la oferta que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, le realizó al PSOE para negociar la formación de un gobierno de coalición con el líder socialista, Pedro Sánchez, como presidente, y él como vicepresidente. 

La propuesta incluía también a Izquierda Unida, aunque un hipotético gobierno progresista alternativo al PP necesitaría también del apoyo, para constituirse y tener estabilidad, de los valencianos de Comprimís y de los nacionalistas vascos, además de la abstención de los independentistas catalanes, previendo la oposición del PP y los liberales de Ciudadanos.