Tenés siete segundos y una sola oportunidad de “flechar” a un otro u otra que te interesa. ¿Qué hacés? O bien, qué no tenés que hacer para que el posible interés no se convierta en un “estoy con amigos”.

El tema es serio. De hecho, más allá de los tips que entregan semana a semana las revistas, hay todo un trabajo sostenido por los profesionales en Ciencias del Comportamiento.

“En el momento en que te mira un desconocido, su cerebro comienza a trabajar creando miles de asociaciones para preguntarse si eres un hombro/mujer de fiar o, por el contrario, debería desconfiar", explicó la coach Carol Kinsey Goman, en declaraciones que reproduce El País.

En suma, con el sólo hecho de conocer a alguien ya se activa un nivel primario con el que nos cuestionamos si es amigo/a o enemigo/a.

El concepto se estudia también bajo el término “relatedness”, que en español sería algo así como "el grado de pertenencia a un grupo social", modelo desarrollado por David Rock dentro de su teoría sobre el neuroliderazgo.

En ella, explica cómo, por ejemplo, a través de un simple apretón de manos, o de gestos como intercambiar los nombres y hablar sobre un tema común, podemos producir oxitocina (hormona vinculada a la confianza y el amor). 

Pero, cuáles son los aspectos que nos hacen “más confiables”.

Bien, según Adelina Ruano, neurocoach y trainer, cofundadora de The School of Change, hay que empezar por “acicalarse”.

olor transpiración

Un estudio realizado por el departamento de Psicología de la Universidad de York en el año 2014 determinó la importancia de los rasgos faciales en las primeras interacciones.

Así, cuando nos fijamos en la imagen de una cara, formamos rápidamente juicios de valor sobre el carácter de la persona, y la categorizamos como amable, confiable o competente, en función de la forma de sus pómulos, la separación de los ojos o el ancho de las cejas.

El segundo tópico es “sonreír”. Separar las comisuras y acercarlas a las orejas relaja el ambiente y genera empatía. Este aspecto es clave para conectar con el otro/a en el plano de las sensaciones y las emociones.

Cumplidos los puntos uno y dos, conviene reforzar la buena impresión. ¿Cómo? A través de una buena conversación, en la que resulta fundamental la escucha activa y empática.

Se recomienda “buscar pensamientos y opiniones de la otra persona sin juzgarlos” y mostrar un genuino interés en lo que se nos cuenta.

Esto funciona porque nos gusta hablar de nosotros. Y, encontrar una oreja dispuesta produce, por tanto, un ilimitado placer en el cerebro, “similar al de la comida o el dinero”.

Ojo que no basta con oír y desconectar, ¡tampoco hay que interrumpir! Con esto se genera el rapport, estadío que va un paso más allá de la confianza básica, y sirve para tener influencia en una relación.

Una escena de "Man Seeking Woman”, serie de la señal FXX

Dos personas están en rapport cuando hay sintonía entre ellas, en el sentido de que se aceptan, están abiertas y receptivas en su comunicación.

Aunque crearlo es algo natural y lo hacemos de forma inconsciente, dejamos de hacerlo si estamos preocupados o sin tiempo.

Listo. Se cumplieron los siete segundos (y un poco más también). Ya tenés las herramientas, ahora sólo es cuestión de “entrenar”.