En un contexto relajado, el sábado la plaza estuvo cubierta en un setenta por ciento (ocho mil personas) para ver a La Sole y la convocatoria cayó considerablemente el domingo cuando unas dos mil quinientas personas pagaron su entrada para ver a Víctor Heredia, entre otros.

Soledad cantó los temas de su nuevo disco y algunos de sus primeras épocas. En el 2006 se cumplirán veinte años de su consagración en este festival y ya está pensando en los festejos.

“Cosquín debería transmitirse por la TV Pública”, opinó luego en conferencia. “Si bien han pasado cosas y la política mezcla todo, tenemos que hacernos cargo también de que a veces dejamos que esto pase”, profundizó. Se refería a las numerosas quejas por la calidad de la televisación del festival y la ausencia del canal estatal.

La actuación del sábado de Pedro Aznar fue impecable. Con repertorio folklórico, visitó obras de Yupanqui, Leguizamón, cantó con caja y se conectó profundamente con el público. Dejó claro que, si bien viene del rock,  puede acercarse al folklore sin descuidar la calidad y la seriedad de su propuesta artística.

Estaba la promesa (sigue estando), de no avanzar más allá de las tres de la mañana con la programación para que todos los artistas tengan su espacio televisivo.

El grupo La Callejera, con enorme respuesta del público,  subió más tarde y quienes siguen el festival por televisión se perdieron de ver a estos cordobeses que ya están en carrera buscando la consagración. Vienen de ser la consagración de Jesús María y, si lo consiguen, será el primer caso en la historia en llevarse la distinción en los dos festivales el mismo año.

Con poco público, Víctor Heredia concretó el domingo una tempranera presentación, sin demasiadas novedades en su repertorio.

Reflotó “Para cobrar altura”, la zamba con la que fue Premio Revelación en 1967, su primer festival. En “Sobreviviendo”, cambió “Hiroshima” por “Malvinas” y en su discurso en el escenario abogó por la unidad.

Antes de cantar “Algún día”, afirmó enfáticamente que “la unidad es algo que nunca debimos dejar de buscar a pesar de las diferencias”.

En diálogo con la prensa, no eludió opinar sobre la relación Gobierno Nacional-Cosquín. “Yo no soy oficialista, soy progresista. Yo no voy a criticar a Cosquín. Aplaudo a la organización porque, a pesar de todos los problemas, igual hacen el festival. “La cultura no tiene signo político”, expresó en tono conciliador.

Si bien la convocatoria de la segunda noche no fue la esperada, hubo propuestas artísticas de gran nivel.

Paola Bernal realizó un homenaje a Violeta Parra, sumando como invitados a Pancho Cabral, Bicho Díaz, Juan Iñaki, Mery Murúa y José Luis Aguirre, todos estos artistas que no están programados y sólo se los ve en las peñas.

Los Huayra llegaron tarde de un viaje y esto alteró el orden de las actuaciones del domingo. Subieron el volumen notoriamente y encendieron la plaza. El grupo salteño volvía a Cosquín luego de dos años de ausencia.

El rosarino Leandro Lovato adelantó su presentación para poder entrar en el segmento televisado. Estrenó una chacarera, tocó cerca del público y se le animó a “Adiós muchachos”, el tango que casi ningún tanguero incluye en su repertorio.

El toque del “Lele” arrancó temprano. Antes del festival, estuvo como invitado en la peña detrás del escenario donde Peteco Carabajal suma invitados todas las noches en su espectáculo “Solo y acompañado”. Y después de su paso por el escenario mayor, se sumó a la programación de varias peñas.

Su conferencia de prensa se salió de estructura. Además de reclamar porque “me apena que no esté la televisión pública. Mi tía no tiene cable, no me puede ver”, también hizo sonar su violín en la sala de conferencias.

El chamamé, siempre escaso en los festivales, tuvo dos propuestas difíciles de superar en la semana: Los de Imaguaré el sábado y Mario Bofill el domingo.

La boletería funciona todo el día con colas no muy largas, aunque se perfila plaza llena para el miércoles (Abel Pintos) y el sábado (Chaqueño Palavecino).

Para el resto de las noches, no hay demasiadas expectativas con la convocatoria, pero la ajustada programación apunta a la diversidad y a la calidad.

“Cosquín no necesita de un ministerio para existir”, manifestó la intendente de Cosquín Rosanna Adaglio en el acto de inicio del festival.

De esta manera respondía al comunicado de Teresa Parodi que, al igual que la presidenta no da notas sino que se comunica por Facebook, y allí dijo que “no estamos en Cosquín porque las autoridades locales rechazaron nuestra propuesta”.

Así están las posturas: sin posibilidad de acercamiento y profundizando las diferencias.

La consecuencia es lamentable: en muchos lugares del país el festival no se ve y la repercusión se ve afectada considerablemente, tanto como el resultado financiero de esta edición.