Se trata de un estudio piloto del Instituto Superior de Estudios Ambientales (ISEA) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) que relevó y georreferenció las principales variables socioambientales que permiten caracterizar el riesgo ambiental en Morrison, una localidad típica de la zona rural del interior de Córdoba, ubicada a 190 kilómetros de la capital provincial. Como la mayoría de los pueblos rurales, Morrison está rodeado de cultivos de soja y maíz, que constituyen la principal actividad económica, seguida por la ganadería.

Allí, un equipo de profesionales integrado por médicos, psicólogos sociales y estudiantes avanzados de la UNC implementó una encuesta epidemiológica que alcanzó a 169 hogares (526 personas, casi el 20 % de la población).

Uno de los principales resultados revela la existencia de una relación funcional entre el número de personas que manifiesta síntomas de enfermedades asociadas a intoxicaciones crónicas o subagudas (así como la frecuencia de estos síntomas) y la distancia que los separa de los campos pulverizados con agroquímicos. “Cuanto más próximo se está, más riesgoso resulta para la salud”, sintetiza a Argentina Investiga Cristina Arnulphi, directora del proyecto e investigadora de la UNC.

Entre las afecciones más frecuentes, se ubicaron las de tipo ocular, las cutáneas y los dolores de cabeza. También se detectó una elevada proporción de recién nacidos con bajo peso (12,5 %) y de nacimientos antes de término (13,8 %), cifras sensiblemente superiores a las registradas en el resto de la provincia (7 % y 7,8 %, respectivamente). Los autores observaron, además, que los casos de cáncer también aumentan en la medida en que uno se acerca a las zonas de fumigación.

Uso naturalizado

La encuesta también indagó en las características sociodemográficas de los habitantes, así como en el área de ocupación y exposición en el hogar a sustancias químicas, entre otros aspectos. De allí surge que el 77 % utiliza algún producto químico para combatir plagas, y el 35 por ciento lo hace en forma diaria. Además, un tercio de los encuestados reconoce estar expuesto a los agroquímicos por vivir junto a campos que se fumigan, y el 40 % asegura que las avionetas fumigadoras pasan sobre sus casas. “El problema se agrava debido al gran desconocimiento que poseen los pobladores acerca de la peligrosidad de los pesticidas. Su uso está naturalizado, de manera que la mayoría no relaciona la exposición ambiental con problemas de salud”, afirma la investigadora.

El estudio fue llevado a cabo entre 2010 y 2012, y contó con la colaboración de los pobladores. El cuestionario fue diseñado en base a pautas realizativas sugeridas por la Organización Mundial de la Salud, información suministrada por el Movimiento Campesino de Córdoba y reportes de los médicos del lugar y localidades aledañas.

En porcentajes

- El 77 % utiliza algún producto químico para combatir plagas.
- El 54 % está expuesto a agroquímicos en diversas ocasiones (por vivir junto a campos fumigados, emplear plaguicidas como repelente, cargar o mezclar agroquímicos, consumir o bañarse cerca de áreas fumigadas, y otros).
- El 7 % trabaja en la agricultura y el 3 % en servicios agropecuarios.
- El 16 %, en industria y comercio; el 12 %, en la construcción; el 8 %, en empleo público y el resto en ocupaciones informales.
- El 57 % tiene estudios primarios (muchos incompletos); el 28 %, estudios secundarios, y el 7 %, estudios terciarios. El 4 % nunca fue a la escuela.
- La mayoría (78 %) consume el agua de la red de distribución.

 

Fuente: argentinainvestiga.edu.ar