El crimen del policía Mauro Mansilla a principios de marzo obtuvo mucha atención porque su presunto asesino, Ricardo Albertengo, debía haber estado en prisión ese día. Le habían dado 37 años por unificación de un juicio abreviado por robos y una condena por un homicidio cometido en 1994, pero en julio del año pasado salió de forma transitoria y no volvió. Hasta tres días después del crimen de Mansilla cuando se entregó. Este viernes se celebró finalmente la audiencia imputativa.

El fiscal Ademar Bianchini pidió homicidio doblemente agravado por la condición especial de la víctima, miembro de las fuerzas de seguridad, en concurso real con portación ilegal de arma de fuego. La carga probatoria es contundente como para que la pena en expectativa sea prisión perpetua. 

A Albertengo lo imputaron por el asalto en la escuela de música y por el crimen del policía Mansilla. El debate de medida cautelar se pospuso 24 horas a pedido de la defensa. 

Según informó el periodista Hernán Funes de Radio 2, Albertengo esperó la imputación en la Unidad Penal 3, mientras cumple condena por sus hechos anteriores: dos tomas de rehenes, una con un muerto, y siete robos. Lo asistió la defensora oficial Maricel Palais, y la audiencia la presidió el juez José Luis Suárez.

Bianchini está seguro de poder conseguir la imputación por homicidio; a poco de ocurrido el crimen había asegurado que las pruebas en su contra permitían hablar con certeza de su responsabilidad.

La evidencia objetiva para la muerte del suboficial está compuesta por las imágenes capturadas por la cámara de Buenos Aires al 800, donde robó y cuyas víctimas lo reconocieron. También, lo registrado por la cámara del CES, que lo muestra apuntando a personas de allí, entrando y saliendo. Además, la captura de la cámara de un quiosco aledaño, donde estuvo unos minutos tras disparar y el domo de Tucumán y Corrientes, entre otras.

Sin embargo, hay indicios que suman a la investigación y su apariencia de responsabilidad. Por ejemplo, su fuga de lugares habituales o el hallazgo en una casa de Villa Gobernador Gálvez de elementos embalados, como si estuviera por irse. Fue el último lugar en el que estuvo "aguantando".

Mansilla murió el 9 de marzo tras recibir un disparo el día anterior en la cabeza cuando perseguía a una ladrón que había asaltado a una pareja en Corrientes y Tucumán.