Doctora Graciela Moreschi de Buenos Aires, médica psiquiatra, especialista en parejas, respondió algunas preguntas al respecto.

¿La infidelidad tiene origen psicológico, genético u hormonal?

Somos un todo, entonces respondemos con ese bagaje completo. Hay algunos estudios que hablan de lo que podría ser un origen biológico, porque hoy se está “biologizando” todo y si bien esas lecturas que hablan de la incidencia del alcohol en la infidelidad, tienen cierta relevancia, particularmente creo que la influencia de lo biológico es desde el todo que somos. No porque sea una cuestión genética, sino porque en última instancia nuestra especie nos determina, y desde el principio no somos una especie monógama.

Existen estudios que hablan del gen 334 de la infidelidad masculina ¿Es eso posible?

Pensar que existe un gen que determine la infidelidad me resulta difícil, pero no soy genetista. Lo que sí es posible es que el hombre, como macho de la especie, nunca fue monógamo, yo apuntaría más a nuestras bases biológicas. El hombre que se supone que tiene una actitud más agresiva sexualmente, tiene más testosterona. Ahora bien, el hombre que se parentaliza, que tiene más sustancia oxitocina –que es la hormona del apego- tiene menos características de infidelidad. De todos modos creo que la respuesta que se da ante un estímulo determinado es un combo.

En el caso de existir tendencias biológicas, ¿cómo se explicaría la monogamia en los hombres?

Es que hay fenómenos que son epigenéticos, es decir, el gen está pero muta por la incidencia de la presión cultural. Si esto no fuera así, por ejemplo, uno no podría trabajar con terapias cognitivas -sin medicación- y modificar ciertas actitudes ansiosas, porque en ciertos casos hay predisposiciones genéticas a la ansiedad. En última instancia, el hombre primitivo era totalmente polígamo, después, por efecto de la cultura se fue haciendo monógamo para poder controlar la descendencia. Esa tendencia a la poligamia tenía que ver con asegurarse la consecución de la especie. En todo caso esto genético es determinado por la cultura y la acción y a su vez es determinado por ellas.

¿Entonces sí hay una explicación de orden biológico?

Sí, en parte. El hombre fue cazador desde su origen y los que prevalecieron fueron los mejores cazadores, aunque después la cultura fue modificando ese gen. Si analizo a un hombre que tiene una reacción de depredación sexual, su actividad hormonal lo predispone para eso. Ese mismo señor si participa de la crianza de sus hijos comienza a segregar hormonas de apego. Pero si ese señor es muy depredador, probablemente elija a una mujer que lo quiera como tal y que pelee por esa cualidad.

¿Las mujeres quedan fuera de esta posibilidad genética?

Genética o no, para que haya un hombre infiel, tiene que haber mujeres infieles. Si bien en estos casos la infidelidad es mucho más secreta, con los cambios sociales que experimentamos la mujer también se ha vuelto una depredadora sexual. Si hay algo que cambió la cultura es que la mujer se hizo más fálica y ahora tiene una actitud mucho más proactiva sexualmente.

Los límites son cada vez más elásticos y particulares. ¿A qué llamamos hoy infidelidad?

Lo de los límites es cierto, y eso hace que en general hoy se nos complique mucho más que antes definir la infidelidad, porque no sabemos bien de qué estamos hablando. Muchos hombres que se consideran fieles no incluyen el “touch and go” en su definición. ¿Hablamos de infidelidad cuándo la relación es paralela? Depende de los códigos de la pareja, por ejemplo, algunos sienten que les fueron infieles con relaciones virtuales.

¿Internet multiplicó las posibilidades?

Mucho, aunque todo depende de la pareja, que finalmente es la que marca las pautas. Si se lo preguntás a un matrimonio “abierto”, no verá infidelidad en esas cosas ligadas al coqueteo virtual, algunos no sienten traición con el histeriqueo por facebook. Lo que pasa es que es difícil explicar esto porque pareciera que hablar de antemano en una pareja sobre estos temas, es dar un permiso que uno trata de evitar. Pero sí, hoy se complicó muchísimo por la incidencia de lo virtual, la mayoría de las infidelidades se descubren por el celular o por facebook. Entonces vienen los planteos porque sólo hay infidelidad cuando uno de los dos se siente engañado.

¿Ambos siente culpa por igual? ¿Es una cuestión de género o de personalidad?

La culpa tiene que ver con la personalidad. Hay más permiso social para el hombre pero esto va a depender de cómo lo cuente el que está cometiendo la infidelidad. En general, cuando el infiel dice que es una situación personal – una necesidad particular- y no en contra de su pareja, esa persona no siente culpa, sea hombre o mujer. Si de pronto aparece como un conflicto de mucha traición y de valores muy altos, entonces se ve la culpa. Igual, ese es un sentimiento común a los dos, la culpa no tiene que ver con un género, sino con la personalidad y con cómo cada uno se plantea esa situación de infidelidad. Lo que hay que ver es cómo opera la infidelidad hacia adentro de la pareja.

¿A qué se refiere?

Es curioso, pero a veces esa situación se sabe hacia adentro de la pareja y la estimula. Otras veces hace que el que es infiel mejore el rendimiento dentro de la pareja, esa persona se preocupa por cumplir con el otro simplemente por la culpa que le genera su doble vida. Es complicadísimo, si entre dos personas es difícil, cuando ingresa un tercero o un cuarto todo se dificulta más.

¿Hay estrategias para ser infiel?

En este sentido yo diferenciaría dos tipos grandes de infieles: uno es el que tiene una relación paralela, esto genera siempre culpa y se sabe que nadie en esa pareja acepta que haya otro. El otro caso, el del “touch and go”, lo puede hasta negar, en consulta suelen decirse fieles porque no tienen compromiso afectivo con los terceros en discordia. Esta es la estrategia más grande, la de la negación total del hecho.

¿Cuál es el vínculo existente entre la infidelidad y la frustración?

En general hay una relación directa porque llega un momento en que una pareja no satisface en todo y es lógico que eso pase. El tema es cómo uno se banca ese déficit, y cómo logramos aceptar que siempre faltará algo que queremos y el otro no tiene. Una de las cuestiones bastante comunes es que hay muchos que son culposos entonces buscan en el otro todo tipo de excusas para justificar la infidelidad. Es una estrategia psicológica, cuando empiezo a hablar muy mal de mi pareja y a señalarle todos los defectos, es cuando me preparo para ser infiel.

¿El daño que provoca la infidelidad en la pareja, es reparable?

La infidelidad hiere y muy gravemente a la pareja, porque ataca la confianza. Hay varios temas, primero, todo dependerá de la importancia que tenga para la pareja un hecho concreto de infidelidad. A veces es algo que es ocasional pero cuando se descubre mina la confianza, así que si el infiel quiere reparar las cosas debe pensar qué hará para recuperar esa fe que perdió del otro. Además suele ocurrir que el cónyuge engañado dice perdonar pero ese “error” será usado en el futuro como arma de sometimiento, una espada de Damocles que se esgrime ante cualquier situación.

¿La infidelidad puede ser acordada en la pareja como mecanismo de supervivencia ante lo cotidiano?

Claro, más de lo que suponemos. Igualmente hay que distinguir, muchos matrimonios tienen prácticas swinger y no son infieles, es más, si hay una infidelidad es un golpe muy duro porque en ese juego uno acepta al tercero pero en tanto lo pueda controlar. Cuando la pareja acepta la existencia provisoria de un tercero, éste no es visto como una persona, sino como un objeto de placer de ambos.

¿Cuáles son las razones psicológicas más frecuentes para la infidelidad?

La principal causa de infidelidad es la intolerancia a la frustración. Pensar que en una pareja -o en una vida- no hay frustración, es un absurdo. En todos los ámbitos de la vida nos vamos a sentir frustrados en algún momento. La idea del infiel es tratar de compensar eso, pero no solamente no consigue compensarlo sino que agrega otra frustración. Y cuidado con esto, muchos buscan la receta mágica para evitar la frustración pero eso no existe.

¿El infiel puede vivir tranquilo?

Depende cuánto haya armado o tenga estructurada su infidelidad. Hay parejas que logran vivir un vínculo escindido totalmente, es un horror desde afuera y un trabajo bárbaro, pero ellos se sienten bien. El problema llega cuando algo rompe el equilibrio, cuando un o una amante pide algo más que no se puede dar, llega el temor a que esa estructura que sostienen vuele por los aires.

¿Existen signos de infidelidad que puede notar el engañado?

El que es engañado realmente niega todo lo que pueda verse, porque es difícil no darse cuenta de una infidelidad. La falta de atención, el nerviosismo del otro, sus ausencias. Hay una negación que opera para salvar el vínculo o porque esa falta le da permiso a él también para ser infiel.

¿Cuáles son las prácticas habituales en estos casos?

Es muy curioso, hay cada vez más parejas que van a bailar por separado, como si fueran solteros. Yo sé que me dirán troglodita, pero no interesa: esa gente dice que va a tomar algo, pero la verdad es que si uno va a un boliche a bailar, ¿cómo sabés que no va a encarar a nadie y no va a pasar nada? Otro caso que se ve muy frecuentemente es el de los largos viajes de trabajo o estudio. Matrimonios que se separan un año o más porque a uno le salió una beca. Está bien si lo quiero hacer, pero aunque no lo diga lo que sectoricé es el compromiso y el interés de mantener esa relación societaria. Nadie me va a decir que pone las manos en el fuego por el otro, en el fondo puede no importarle pero el riesgo está.

Hombre, mujer: ¿Quién es más infiel?

Ambos, aunque desde lo biológico el hombre es más infiel por una cuestión del ciclo hormonal. Aunque suene machista, el deseo en la mujer está más condicionado biológicamente, ellos están siempre listos.

¿Qué opera en quién descubre el engaño para seguir con el vínculo?

Hay dos posibilidades, o hace la vista gorda para que nada de lo que armó desde el ideal cambie, o vive revisándole todas las cuentas en las redes sociales a su pareja. Esa persona la pasa mucho peor.

¿Perdonamos las infidelidades más, igual, o mucho menos que nuestras abuelas?

Para nuestras abuelas el perdonar estaba naturalizado. Hace cincuenta años estaba todo el prejuicio cultural sobre que “el hombre necesitaba” ciertas cosas, como frecuentar otras mujeres, por ejemplo. Encima el deseo sexual en la mujer era tan reprimido que ni siquiera era agradable. Nada que ver con nuestras abuelas, pero sí, perdonamos tanto como lo hacían nuestras madres.

Si los padres de alguien han sido infieles, ¿Es probable repetir la historia en la vida personal?

Sí, es más fácil porque está ese material de la historia personal entre lo aprendido y da la sensación de cierto permiso. Inconscientemente uno sabe o cree que eso puede pasar y es adoptado como un modelo sobre cómo resolver determinadas frustraciones.

¿En los tiempos que corren habría que revalorizar la monogamia?

La monogamia no pasó de moda, es importante defenderla porque en pareja, con el otro uno construye un proyecto de vida. Es como en El Principito, “ser domesticado es ser especial para alguien”, y cuando uno va de cama en cama termina estando con mucha gente pero sin ser especial para nadie. La monogamia es ese lugar en el que uno no está solo.

Ante los nuevos estímulos, ¿La monogamia es necesariamente un esfuerzo?

La monogamia siempre es un esfuerzo, porque aceptar una frustración siempre es un trabajo, una maduración. Pero aclaremos esto: una pareja no existe sin esfuerzo.

¿Hay maneras de prevenir la infidelidad?

Hablando y cuidándose mutuamente deberíamos lograr las herramientas necesarias para anticiparnos. Cuando podemos demostrar en el cotidiano que el otro es especial para nosotros y ese otro nos devuelve la misma certeza, es más difícil caer en la infidelidad. Con el tipo de vida actual no resulta fácil pero tampoco imposible, el tema no es suprimir lo que nos disgusta, sino buscar la manera de adaptarnos. Cómo nos vamos modificando y adaptándonos a esa frustración, sin que en ese intento se vaya nuestra pareja. La ridiculez pensar que si me pongo a trabajar el romanticismo va a durar toda la vida es mentira.

¿Las personas de cualidades seductoras, son potenciales infieles?

Sí, las o los seductores son potencialmente infieles. Más allá de la histeria que haya, se hace por deseo o por narcisismo.

Finalmente, doctora, ¿la infidelidad tiene origen psicológico, genético u hormonal?

La biología no nos determinó monógamos sino la cultura. Hoy como el hombre está tan desconectado de lo biológico por lo cultural, podemos decir que la infidelidad es producto un todo con nos constituye.

Fuente: revistabuenasalud.cl