Sabrina Ferrarese

Un calor intenso, irreconocible en la pierna izquierda, debajo de la rodilla. La sangre brotó sin freno. Así Teresa se dio cuenta que había sido baleada mientras tomaba mate con un vecino en la puerta de su casa, en Chacabuco al 3500. Esa tarde del 27 de enero, muchos de los habitantes de la cuadra estaban en la vereda como de costumbre. También estaba Yasmín, de 16 años, quien se convirtió en otro blanco inocente de los disparos efectuados desde dos autos que pasaron por ahí. La bala ingresó en su tórax y causó una lesión de suma gravedad que la mantuvo un mes internada en el hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca).

Melani Navarro no pudo sortear un destino fatal. Con apenas 5 años murió asesinada por una bala en un enfrentamiento entre bandas en la zona de Flamarión al 4900. También perdieron sus vidas, por disparos en vía pública, Beatriz de 68 años, en Ludueña y Laura Reynoso de 54 años, en barrio Itatí.

Pero no son los únicos casos. Antes de la muerte de Melani, una beba de sólo 21 meses recibió un balazo en Ameguino al 3900 y logró sobrevivir. En tanto, el 22 de febrero pasado, un chico de 15 años llamado Facundo quedó en la línea de fuego en Riobamba y Donado, en Santa Lucía. Una de las balas fue a parar a su pie y debió ser atendido de urgencia. En diciembre del año pasado, le sucedió lo mismo a un chico en silla de ruedas, mientras descansaba en la puerta de su casa en pasaje Medici y Santa Rosa de Lima y un mes antes, a una nena de 7 años que casi pierde su ojito.

“La situación en algunos barrios es muy complicada con la presencia de grupos que terminan sus enfrentamientos a los tiros, dejando víctimas totalmente inocentes”, sostuvo en contacto con Rosario3.com el fiscal regional Jorge Baclini. “Desde que asumí el 10 de febrero pasado, tuvimos dos casos fatales, son personas que mueren sin tener nada que ver con las disputas que se producen”, informó.

“Son situaciones muy conmovedoras”, indicó el funcionario judicial, quien destacó en este sentido: “Ya no es una relación de víctima-victimario, como se puede dar en un robo seguido de homicidio –ejemplificó– éstas personas que ni siquiera son víctimas de un delito, nada tienen que ver”.

Teresa tiene 60 años y trabaja como empleada doméstica. La tarde que fue “quemada” debió ser llevada por sus vecinos al Hospital Provincial. “Nunca pensé que me iban a dar un tiro”, dijo. Su observación tiene que ver con la distancia que la separa del universo delictivo: “No vendo drogas, no robo. Al contrario, trabajo todo el día. ¿Cómo imaginar que iba a recibir un tiro y a mi edad?”, cuestionó.

Con rehabilitación y paciencia logró recuperar el movimiento pero perdió días en su trabajo y con ellos, el dinero necesario para subsistir. Sin embargo, eso no le impidió pensar en su vecinita Yasmín. Lejos del egoísmo y desinterés de los que jalaron los gatillos y mientras todavía guardaba reposo en su cama, organizó una “vaquita” para ayudar a los papás de la nena y así colaborar con su internación. “Es gente muy laburadora que vive de changas. Había que ayudar y ahí estuvimos los vecinos”, sostuvo con una naturalidad llamativa.

Bandas narco, armas y una nueva cultura delictiva

La multiplicación de heridos y muertos en medio de enfrentamientos armados que usan la calle como escenario responde a dos fenómenos que se vinculan: el acceso fácil a las armas de fuego y la conformación de bandas delictivas atadas al narcotráfico. Es lo que expuso Baclini al ser consultado al respecto: “Tengo 30 años en el Tribunal y esto no es que sea novedoso pero sí notamos un aumento en la proliferación de bandas armadas. Hay muchas y disponen de armas de fuego”, observó.

Y agregó: “La tasa de homicidios indica que hay más armas de fuego a disposición. Estamos ante bandas que solucionan sus conflictos a los tiros sin tener en cuenta dónde ni a las personas que pueden herir”.

“Hay una situación grave en distintos lugares de la ciudad, el riesgo que se asume es importante. Se trata de una situación de alerta, de tener cuidado en dónde se camina”, remarcó.

Para la edila radical María Eugenia Schmuck, detrás de estas historias hay otras de narcos y disputas por el territorio. “Es la narcocriminalidad que instala una sociedad paralela en donde los problemas ya ni siquiera se arreglan a las trompadas sino a los tiros”, manifestó.

Al frente de la Comisión de Derechos Humanos del Concejo Municipal, convocó al procurador general de la Corte provincial, Jorge Barraguirre, a los fiscales de Cámara, Cristina Rubiolo, María Eugenia Iribarren y Guillermo Camporini y a la secretaria del Ministerio de Justicia, Cecilia Vranicich, para el próximo martes 11 de marzo a fin de acercarle herramientas y apoyo judicial a las víctimas de delitos violentos. “Entrevistamos a unas 26 familias y todas sienten la desprotección estatal”, comentó y añadió: “En todos los casos hay soldaditos y búnkers de por medio, peleas con armas de fuego por la venta de drogas”.

Para la concejala la existencia de inocentes baleados o muertos en medio de estas disputas se produce en un marco particular, el de una nueva cultura delictual: “Es una forma de delito signada por la droga y por la proliferación de armas. Pueden comprarse un revolver como un chupetín y con la misma facilidad lo usan. Estos delincuentes integran una nueva sociedad con códigos propios en donde todo se arregla con violencia”, expresó.