Cuando se habla de los beneficios de dejar de fumar, se piensa tanto en la reducción de la tos crónica como en la disminución del riesgo de infarto, ACV y cáncer de pulmón, entre otras afecciones. Sin embargo existen otros aspectos menos evidentes que son también provechosos: mejorar el aspecto de la piel, el pelo y las uñas, demás de cortar con la dependencia química, pero también psicológica que genera el cigarrillo. 

“El cigarrillo acarrea el mismo tipo de daño que la luz ultravioleta del sol, e incluye al engrosamiento de la piel, la pigmentación y arrugas mucho más pronunciadas que las que aparecen con el envejecimiento fisiológico”,explicó la doctora Cristina Pascutto, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD).

La médica especificó que el daño que acarrea el tabaco puede ser directo, que es el que sucede en el ADN de las células cutáneas o indirecto, que se produce por la oxidación, que trae con el tiempo cambios en la dinámica de la piel, así como también del pelo y las uñas.

“Existe un envejecimiento cronológico y otro medioambiental, que se da principalmente con el sol y el tabaco. El paciente que fuma tiene una piel opaca, deslucida y engrosada y lo mismo pasa con el pelo, que pierde la sedosidad y el brillo. A su vez, las uñas cambian de color, se vuelven amarronadas y más frágiles”, refirió Pascutto.

Si bien se dice que el aspecto del cutis mejora a las 24 horas de abandonar el cigarrillo, para la médica, los verdaderos beneficios pueden verse después de un año.  “Si bien, como al igual que con el sol, pueden existir daños irreversibles, se producen mejoras, el cabello toma un aspecto más brilloso y las uñas se vuelven más fuertes”, concluyó.

En otro orden, la doctora Verónica Mora Dubuc, miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), indicó que “el fumador muchas veces se inicia en el cigarrillo por un acto social de compartir un momento con sus pares”, pero que gracias al poder adictógeno de la nicotina “se convierte en un compañero inseparable”, más allá de que la ciencia sostenga que el tabaquismo es “una enfermedad sostenida por una triple dependencia, que es química, psicológica y social”.

La psiquiatra indicó que si bien muchos fumadores acuden al cigarrillo para relajarse, esto es un mito porque la nicotina es más bien estimulante y ninguno de sus componentes es sedativo.

“Al ser el cigarrillo estimulante, se lo usa para mejorar el nivel de alerta, pero llevada al extremo coloca a la persona en una situación de tensión o de estrés anormal, además de los otros daños a nivel físico”, apuntó.

Con todo, existe en el paciente la sensación de búsqueda ansiosa del placer en el cigarrillo. La clave para revertirla, según Dubuc,  radica en buscar ese bienestar por fuera de la oralidad y en otras actividades, como por ejemplo el arte o bien el ejercicio físico, que además de mejorar la capacidad pulmonar, genera endorfinas.

Por último, cuando el paciente logra abandonar la adicción y quebrar la triple dependencia “se siente más seguro y más satisfecho” y a su vez, como encuentra fuentes de satisfacción diversas no asociada a estimulantes “es probable que sus grados de tensión e insomnio también disminuyan”.

En conclusión, dejar de fumar ofrece recompensas, algunas que se notan inmediatamente y algunas que se desarrollarán con el paso del tiempo. Estas recompensas mejoran bastante las vidas diarias de la mayoría de las personas:

- Mejor aliento.

- Dientes más blancos.

- El olor desagradable en la ropa y el cabello desaparece.

- El color amarillento de los dedos y las uñas desaparece.

- Puede saborear mejor los alimentos.

- El sentido del olfato se normaliza.

- Las actividades que usualmente realiza (por ejemplo, subir escaleras, quehacer doméstico, etc.) no le dejarán sin aire.

- Puede permanecer en edificios que son lugares libres de humo sin tener que salir para poder fumar.