Los allanamientos de la Policía Federal en zona sur de Rosario ponen al desnudo nuevos nombres que muestran una realidad: las bandas pasan, pero el delito sigue.

Con algunos de sus líderes detenidos –y otros prófugos– la banda de Los Monos parece haber dejado un espacio vacante que fue ocupado por otros actores. O por lo mismos, pero agrupados de distinta forma. 

Lo cierto es que la venta de drogas, la disputa del territorio y los homicidios no dejaron de existir. 

Como tampoco el poder que los delincuentes tienen en zonas humildes, donde con un Estado que no consigue hacer pie son incluso rectores de la microeconomía de muchas familias, lo que explica que sean defendidos o que ataquen –como le ocurrió al móvil de El Tres en las narices de la policía– a periodistas que van a cubrir la noticia. 

Los nietos de la Dori, la banda del Pochocho, la banda del Monoblock son, al fin de cuentas, emergentes de una realidad que cambia, pero no tanto: el delito sigue teniendo una presencia demasiado fuerte en la zona sur de Rosario.