Trabajadoras sexuales organizaron una manifestación enfrente de la sede de la Gobernación, este lunes desde las 15.30, en rechazo a los procedimientos contra la trata de personas realizados por el gobierno provincial. Según anticiparon, se ganan la vida con la prostitución que, de acuerdo a lo que indicaron, ejercen sin ningún tipo de coacción. La semana pasada, un operativo clausuró dos departamentos en donde brindaban sus servicios.

De la protesta participan organizaciones sociales que apoyan la posturas de las mujeres. En diálogo con A Diario, el programa de Alberto Lotuf en Radio 2, un referente del Movimiento Evita, explicó: “Las chicas están muy preocupadas porque no pueden trabajar y necesitan hacerlo. Están privadas de ello porque les clausuraron los lugares”, señaló. “Ellas van si quieren y si no, no van. Acá no hay trata”, aseguró.

“La movida es para evitar que esto vuelva a pasar, para que puedan seguir trabajando sin estigmatización”, remarcó.

Dos domicilios ubicados frente a la Terminal de Ómnibus de Rosario donde funcionaban prostíbulos fueron allanados el jueves pasado y en los lugares se encontró a ocho mujeres, seis de ellas extranjeras. Los espacios quedaron cerrados y las mujeres no pudieron volver a trabajar como prostitutas.

Estas trabajadoras sexuales aseguran que son perseguidas y que los operativos policiales impiden que desarrollen sus actividades, las cuales desarrollan en libertad, sin presiones de nadie y en forma organizada. Según precisaron al diario El Ciudadano, cada una de las ocupantes subalquilaba una pieza y no rendía cuentas a nadie de su ingreso diario.

La secretaria general de Ammar, Georgina Orellano, sostuvo que los operativos, concretados por personal policial junto a funcionarios provinciales y judiciales, “muestran una clara línea de criminalización del trabajo sexual”. En tanto, las trabajadoras sexuales, que prestaron declaración como presuntas víctimas de delito, afirmaron que el interrogatorio fue “humillante”. Al fin, sólo una mujer quedó detenida y así continúa hasta hoy.

En ese marco, Orellano, titular de la Asociación de Mujeres Meretrices a nivel nacional, explicó que cuando las trabajadoras sexuales buscan organizarse de forma cooperativa no encuentran lugar para alquilar: no tienen ni las garantías ni los recibos de sueldo que exigen las inmobiliarias. Y cuando es a un dueño directo, éstos suelen aprovecharse y elevar el valor de la renta. “Por eso siempre hay terceros que dan una mano: clientes, amigas y otras prostitutas que pueden ser monotributistas”, describió.

Y remarcó: “En la calle las compañeras están expuestas, a los robos, a la venta de droga, a la Policía. Rosario es una de las ciudades más peligrosas, precarias y liberadas para trabajar, por eso las mujeres se agrupan y subalquilan para trabajar. Esto no es proxenetismo, nadie se queda con un porcentaje de la ganancia diaria. El pago es un monto fijo independiente de cuánto trabaje una”.