“Somos culpables

de este amor escandaloso

que el fuego mismo de pasión alimentó

que en el remanso

de la noche impostergable

nos avergüenza seguir sintiéndolo”

(Babasónicos)

Lo que parecía era cuestión de mujeres es también de varones. La infidelidad también puede ser castigada por parte de ellos, sobre todo cuando “Eva”, la tentadora de la manzana, es la esposa o ex esposa, novia o amante de un otro conocido. Si no, basta con leer las declaraciones de Mauro Icardi, quien se enamoró y se casó con Wanda Nara, la ex esposa de Maxi López, y admitió que este giro amoroso en su vida le costó su reputación en la cancha. Es decir, rompió con los códigos más básicos del macho: no desearás a la mujer de tu prójimo.

El delantero le reclamó al entrenador del seleccionado argentino, Gerardo Martino, que evalúe su rendimiento "en la cancha" como goleador de Inter de Italia para decidir su eventual retorno al seleccionado nacional, de cara a los Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016: "Yo entiendo el boom mediático que fue mi relación con Wanda, que fue hace tres años, hoy hay que evaluar lo que las personas hacen adentro de la cancha. Yo tengo trabajo, soy delantero y hago goles", sostuvo en una entrevista. Después se defendió un rato más, sostuvo que amigo amigo, lo que se dice amigo de López no fue nunca y aseguró que cuando se enamoró de la rubia, ésta ya estaba separada del jugador.

Los comentarios lapidarios en las redes sociales hacia el rosarino no se hicieron esperar. La virulencia de algunos usuarios cibernéticos está al acecho de este tipo de noticias para fluir sin piedad. Y tuvieron la gran oportunidad del día para vomitar todo el machismo, intolerancia, reduccionismo y violencia con la que se multiplican. Mauro Icardi, al parecer tenía razón: hay muchos que no avalan su amor por la “fruta prohibida” y lo condenan por haberle dado semejante mordiscón.

Acá, una vez más, se puede descubrir que muchos de los que enterraron a Icardi, fuera y dentro de la cancha por el comportamiento de sus pantalones, son varones. Al igual que le sucede a la China Suárez, lapidada por ellas, quienes consideran que le robó el marido a Pampita, como si se tratara de un vestido o un par de zapatos, sin hacer foco en lo que pudo hacer o dejar de hacer el varón involucrado, es decir, Benjamín Vicuña. El punto es que, algunas, intentaron boicotear el trabajo de la modelo en una campaña publicitaria. 

Así, Iccardi es señalado con el dedo porque estas cosas no se hacen. Dentro de los ímplicitos masculinos, la vinculación con mujeres “de otros” está muy mal visto. No aprender que “la jermu de un amigo tiene bigotes” y otras frases que circulan por ahí con similar intención, es simplemente imperdonable. Ese muchacho ya no tiene lugar en el mundo macho, donde la complicidad y la confianza son pilares constituyentes. Si no pudo contenerse con la mujer de un amigo, nada se puede esperar de él, parece ser el razonamiento. 

Mauro y Eugenia vienen a quebrar los códigos implantados del amor y el sexo bien habidos. Son colocados por el imaginario social en el lugar de la tentación, son culpables de atentar contra el matrimonio y la familia, aunque luego puedan demostrar que ellos también iniciaron esas relaciones amorosas que son juzgadas, para seguir y reproducir el mismo mandato del que los acusan haber violentado.

La idea no es hacer bandera con la mentira y el dolor. En cambio, sería interesante poner en la mesa los prejuicios para una vez reconocidos, poder exorcizarlos. Esos si son la verdadera serpiente que nos encanta. Quizás sea cierto eso de que el paraíso no está aquí.