Entre la clave del cajero del banco, el código de la alarma, la contraseña del wifi, la tablet y el celular ya tenemos más números y letras corriendo por nuestro cerebro que la “matrix” de la película. Pero, como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra también ciframos el ingreso a la computadora, la salida de la central telefónica y el acceso a diferentes áreas de nuestro trabajo. Sumado a ello, nuestros proveedores web nos piden contraseñas para prácticamente cada pestaña que abrimos. Y como frutilla del postre todos nos dicen que, por “nuestra seguridad”, debemos renovar nuestras claves cada tres meses. Al final lo único seguro es: o que nos olvidamos la contraseña, o que para no olvidarla le ponemos el nombre del perro a todas las claves, pero ojo, combinado con el cumpleaños del gato. Entonces ¿cómo hacer para que nuestro pobre cerebro no colapse con tantas claves?

Tengo dos noticias para darte: una buena y una mala. Empecemos por la mala. Según un estudio realizado por la firma Deloitte el 91% de las contraseñas digitales en el mundo son vulnerables. ¿Te parece que podés estar entre el 9% de los inviolables? No, no. Fijate lo que dice el estudio: “Una inmensa mayoría de las claves digitales son vulnerables debido a su repetición. Con las 1.000 contraseñas más comunes y empleadas por los usuarios (de un total de seis millones de contraseñas reales creadas en el estudio) se puede acceder al 91% de las cuentas, teóricamente secretas. El mayor problema de las contraseñas es su reutilización. El ser humano por una cuestión de memoria recuerda unas cinco, seis o siete contraseñas y naturalmente las usa para todo y eso los hace muy vulnerables. Las contraseñas más utilizadas son los nombres de la persona o miembros de su familia, combinados con fechas de nacimiento, información muy fácil de obtener en las redes sociales por los “hacker”. Incluso, un 9,8% de usuarios escribe “password 123456 o 12345678” como contraseña”. ¡Zaz, nos descubrieron la clave!,  y ahora ¿quién podrá defendernos? Yo no soy el Chapulín Colorado, ni mucho menos, pero voy a tratar darte algunas bases para que armes contraseñas seguras pero sin que te las olvides. Esa es la buena noticia.

Primero organicémonos. Tenemos que ordenar las claves según su importancia. Las del Banco web y Banco móvil tienen que ser tan seguras como las de la CIA. Las de nuestro mail, Facebook y páginas en las que ingresamos nuestra tarjeta de crédito tienen que tener una seguridad alta. Finalmente están las claves fáciles que son para todas esas cosas a las que nos suscribimos en forma recreativa, desde juegos, videos, música, clasificados de usados y tantos otros sitios. Ahí si podés poner “123456” si querés desquitarte. Pero acordate, dinero y datos personales ¡doble candado!

Recién ahora podemos hablar en serio. Los que saben coinciden en darnos cuatro consejos básicos que aunque nos duela muchas veces cometemos. 1- No comentar la contraseña con nadie, 2- No usar tu nombre ni fecha de cumpleaños, 3- No dejar las páginas abiertas en computadoras comunitarias y, 4- Crear claves con más de ocho dígitos. Aprobado el jardín de infantes de las claves pasemos al colegio. Una clave segura es aquella que contiene números y letras. Si ellas están mezcladas es más seguro aun, si algunas de las letras son mayúsculas, te ganaste un “muy bien felicitado” y si le agregás algún símbolo ya te mereces un “exelente”. Ahora, si te copias y usas la misma contraseña en todas tus cuentas te vas derechito a “marzo”, ¿ok?

Parece que esto tampoco alcanza, para ser un “cinturón negro” en creación de claves te falta superar una última dificultad. Tu contraseña no debe poder leerse en ningún idioma y no debe tener ningún tipo de sentido. No te asustes que no es tan difícil como suena. La cosa es así: Windows, Yahoo y Google por nombrar los más grandes, dicen que para armar una contraseña segura y no olvidarla la mejor manera es buscar una frase cotidiana que recuerdes y usar las primera letra de cada palabra intercalando mayúsculas y minúsculas con números y símbolos. Por ejemplo: “Que buena nota que estoy leyendo en rosario3” ¡QbnqELeR3! La regla mnemotécnica no es mala, ahora tenés que armar tu propia frase “inolvidable”.

Como broche de oro informático hay dos sitios muy recomendados que son administradores de contraseñas. O sea, ellos actúan como banco de tus claves y hasta te generan contraseñas seguras que guardan y recuerdan, vos solo debés acordarte la clave para entrar a los administradores, y obviamente confiar en que son sitios seguros. Te paso las direcciones (www.roboform.com/es y www.lastpass.com/es)  y que ellos te expliquen cómo se hace, porque yo ya creo haberme recibido de agente 007 y mejor me voy a tomar un Martini. ¡Ah! y para proteger tu seguridad te aviso que esta nota se autodestruirá en los próximos 5 segundos. Cinco, cuatro, tres, dos, uno…