Samantha Jenkins, de 19 años, falleció misteriosamente en 2011. Sin embargo, el último miércoles trascendió que la causa de su muerte estaría relacionada con su afición por los chicles: la joven llegó a masticar e ingerir unos 14 chicles al día.

Según explicaron fuentes médicas, la presencia de grumos en su sistema digestivo provocó que no pudiese absorber bien los nutrientes. Esto hizo que los niveles de calcio, magnesio, potasio y sodio bajaran a límites fatales.

Maria Morgan, la madre de Samantha, dijo al portal australiano News que ella cree que su hija resultó envenenada por el aspartamo y el sorbitol, dos ingredientes que están presentes en los chicles libres de azúcar.