Los hinchas argentinos y chilenos convivieron con normalidad en la previa de la final de la Copa América entre ambos seleccionados en el estadio Nacional de Santiago.

Tal como se preveía, no hubo un sector exclusivo para los simpatizantes de la albiceleste y se fueron acomodando en medio del público local por todos los rincones del 'Coliseo' del barrio de Ñuñoa.

Hinchas enfundados en los colores nacionales caminaban por la avenida Pedro de Valdivia, una de las que rodea el recinto más importante del país, en medio de la gran cantidad de chilenos que obviamente los superaban en cantidad.

Asimismo, alrededor de doscientos hinchas se instalaron en la puerta del hotel Intercontinental para despedir al micro de los futbolistas y darle el último aliento antes de partir hacia el estadio.

No obstante, el amplio operativo de seguridad organizado por carabineros de Chile con un doble vallado y otra fila de efectivos impidió el contacto de la gente con el plantel.

Lo mismo sucedió en la puerta del complejo Juan Pinto Durán, sitio de concentración del combinado de Jorge Sampaoli, pero con un número mayor de personas, incluso un poco más que el banderazo organizado el día anterior.

Cuando las puertas del estadio se abrieron cerca de las 14 ya había una gran cantidad de hinchas que estaban en los alrededores de la cancha almorzando en los típicos puestos de comida.

El colorido local lo fue dando el reparto de las 40 mil banderas que donó el empresario minero Leonardo Farkas, un excéntrico multimillonario que acostumbrado a estos gestos en evento de gran magnitud.

Todos los que ingresaron al estadio, además, recibieron la tarjeta verde de la campaña impulsada por UNICEF para que se respete la ceremonia de los himnos nacionales.

El micro del seleccionado argentino llegó en perfectas condiciones al estadio escoltado por seis motos y dos patrulleros.

En tanto, el bus de la ‘Roja’ tuvo un gran acompañamiento del público que, ya avisado del recorrido, esperó el paso en las calles de la caravana al estadio Nacional.