Lo que hace unos años parecía sacado de ciencia ficción, e incluso hoy a muchos les resulta difícil de creer, ya es un hecho. ¿Quién hubiera pensado que con un chip implantado en la mano se podría prender el televisor a distancia? ¿Pagar el boleto del transporte? ¿O tener allí guardados todos tus datos? ¿Contraseñas, historia clínica, agendas? Nicolás Batsios es la primera persona en haberse implantado en América Latina un dispositivo de este tipo. Y es argentino.

En diálogo con A Diario, el programa que conduce Alberto Lotuf por Radio 2, Batsios contó que hace cuatro meses se implantó dos chips del tamaño de un granito de arroz en ambas manos, entre el pulgar y el índice. En uno tiene guardada información pública, sus datos de contacto, por ejemplo; en la otra, datos privados, contraseñas de mails y redes sociales.

Batsios se implantó los chips en ambas manos, entre el pulgar y el índice. (Foto: Alfredo Martínez / Clarín)
Batsios se implantó los chips en ambas manos, entre el pulgar y el índice. (Foto: Alfredo Martínez / Clarín)

En este último caso la información esta encriptada y es casi imposible descifrar el código. “Es súper, súper seguro”, dijo el muchacho, de 33 años que se dedica, justamente a la seguridad informática en Buenos Aires.

Según estimaciones de la firma Dangerous Things, el mayor proveedor global de estos dispositivos, ya hay más de 10 mil personas en el mundo con estos implantes.

Además de almacenar información –explicó Batsios– los chips pueden interactuar con otros artefactos electrónicos, como parlantes, impresoras y televisores; y, muy pronto –señaló– se podrá utilizar para pagar el transporte urbano de pasajeros. ¿Ya no más tarjeta sin contacto o SUBE?

¿Cómo funciona?

Los chips NFC son de corto alcance por lo que –de acuerdo a lo publicado por diario Clarín– funcionan cuando éstos se encuentran a menos de 10 centímetros del dispositivo con el que se quiera interactuar. No es necesario colocarlos bajo la piel, para aquellos que tienen aprensión a los cortes, también hay anillos y piercings que cumplen la misma función. Sin embargo, la colación subcutánea es muy sencilla e incluso la puede hacer el mismo usuario con los recaudos higiénicos del caso.

El circuito se basa en la creación de un campo electromagnético que permite la conexión del lector y el chip receptor. Cuestan entre 400 y 1.200 pesos; y se pueden implantar en casi cualquier parte del cuerpo pero lo recomendable es en la parte superior de la mano, entre el índice y el pulgar, como lo hizo Batsios.

El poder de almacenamiento de estos chips es bastante bajo: ronda los 1024 bytes (1 Kb). Capacidad que los limita únicamente a textos. Para programarlo, se usa una aplicación que se descarga al teléfono o a la propia computadora y que permite automatizar las acciones que el chip deberá cumplir. Una vez infiltrado bajo la piel, el propietario puede modificar o eliminar todas las funciones activas.