Fui un bebé prematuro, con problemas respiratorios y color amarillo. Un pequeño con dificultades para hablar pero lleno de cariño. Un niño que soñaba con ser crack de fútbol y podía competir con los más grandes. Coleccioné figuritas, jugué con los autitos Matchbox, fui campeón de los escondidas pero también del Estanciero.

Tuve miedos y no podía dormir de noche. A veces me ponía agresivo. Me mandaron al psicólogo, a la fonoaudióloga, y a un taller de plástica porque era torpe con las manos.

Me fui a probar a Newell's, pero no quedé. Jugaba al tenis y al ping pong. Me gustaban la calle y el parque más que los libros. Pero era buen alumno.

Conocí a los Beatles, Led Zeppelin, Emerson Lake & Palmer y Yes. Empecé a ir a recitales antes incluso de que me salieran los primeros pelos fuera de la cabeza. Después perdí los pelos de la cabeza y seguí yendo a recitales.

Toqué la guitarra y canté. Todavía lo hago a veces. Pensé en ser médico, como mi papá. O arquitecto, como algunos de sus amigos. Pensé en ir al liceo militar, pero soy judío.

Fui rugbier, cheto, stone, psicobolche, escéptico y jipi con Osde. Hijo, hermano, amigo, padre. futbolista, músico, poeta, cuentista, periodista político, actor, bailarín. Soy, en realidad, todo eso. Y seré muchas cosas más.

La clave es reinventarse. Pensarse en estado de transformación permanente. Un viaje hacia quién sabe dónde. Subirse a los trenes. Y bajarse también.

Ver lugares nuevos y volver a aquellos que más nos gustan, a casa. Aunque sean distintas casas. Son esas cosas las que nos constituyen. Y volver a salir de viaje, que seguramente aparecerán otros lugares: algunos pueden pasar a formar parte de nuestro propio ADN. Que cambia, o al menos puede cambiar, si abrimos una puerta, que lleva a otra puerta, y después a otra puerta, y después a otra puerta.

No es tan fácil, claro. Hay rutas asfaltadas, lisas como una mesa de billar, donde todo fluye y lleva a la alegría. Y hay otras de tierra, llenas de pozos y polvo, donde no se ve con claridad y duelen hasta los huesos. Lo importante es saber que estamos de paso: por unas y por otras.   

Es, al fin de cuentas, como canta uno que sabe de reinvenciones: de chiquito fui aviador, pero ahora soy un enfermero.