Unicef difundió este jueves un informe basado en datos del 2015 en el que indica que el 30 por ciento de los chicos de 0 a 17 años que viven en Argentina son pobres. De ese porcentaje, 8,4 por ciento son extremadamente pobres. De los datos se desprende que un millón y medios de chicos no recibe la Asignación Universal. 

En diálogo con el programa A Diario (Radio 2) que conduce Alberto Lotuf, la representante de Unicef en Argentina, Florence Bauer, explicó que para desarrollar el estudio tomaron en cuenta 28 indicadores. "Se analiza todo. Esto va más allá de la pobreza monetaria. Se analiza educación, vivienda, salud, nutrición, violencia entre otros parámetros", agregó.

Bauer sugirió el actual gobierno que ponga en marcha "un sistema para medir la situación de pobreza", ya que entiende que lo presentado por el programa es sólo una "fotografía". "Se debe hacer mediciones de manera sostenida", añadió.

Además, la representante de Unicef en el país señaló que ante la situación "es fundamental la Asignación Universal por Hijo (AUH)" y que actualmente "hay un millón y medio de niños que deberían ser incluidos en el programa y no están". 

El informe

La medición de la pobreza se hizo a través de 28 indicadores de privación que detectan carencias materiales y emocionales e impiden el desarrollo integral de los chicos. Estos indicadores se agrupan en diez dimensiones, asociadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Convención Sobre los Derechos del Niño. Las diez dimensiones son Nutrición, Salud, Educación, Información, Saneamiento, Vivienda, Ambiente, Violencia, Trabajo, Juego e Interacción.

La dimensión Educación, por ejemplo, cuenta con tres indicadores: niñas, niños y adolescentes en edad escolar obligatoria que no asisten a la escuela; que tienen entre 14 y 17 años con educación primaria incompleta; que asisten pero con sobreedad. La dimensión Ambiente, en tanto, detecta si la vivienda está ubicada en zona de basural permanente; en zona, terreno o calle inundable; cerca de una fábrica contaminante; en un área de recolección regular de residuos.

Los 28 indicadores de privación que componen las diez dimensiones de la pobreza multidimensional están construidos con datos de la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados (Multiple Indicator Cluster Surveys o MICS, según su sigla en inglés), impulsada por Unicef y realizada en Argentina entre 2011 y 2012 y por datos más recientes de la Encuesta Permanente de Hogares de 2015.

De acuerdo con esta metodología multidimensional, en Argentina el 30 % del total de niños está en situación de pobreza multidimensional. Este porcentaje representa alrededor de 4 millones de niñas y niños que tienen un promedio de 5,7 privaciones entre las 28 posibles. La medición también alcanza a las chicas y chicos extremadamente pobres, que constituyen el 8,4 % de la población infantil y que tienen en promedio 8 privaciones que afectan sus derechos.

El estudio de Unicef muestra que el 19 % de niños que no son pobres por ingresos sí lo son por dimensiones no monetarias como la educación o la vivienda inadecuada. En tanto, un 34% de los que no son pobres por dimensiones no monetarias, sí lo son por el criterio de pobreza monetaria.

De acuerdo con la medición, las privaciones en información (acceso a internet, TV, teléfono fijo y móvil, computadora), protección contra la violencia doméstica, salud y el tiempo para jugar son, en ese orden, las más importantes en la Argentina. Esas cuatro dimensiones (40 % del total) explican un poco más del 63% de la pobreza. El 33 % restante está distribuido en valores similares; la nutrición y la protección contra el trabajo infantil son las que tienen menos preponderancia en el total.

El ejercicio de los derechos de la infancia está condicionado por las características de los hogares que el niño no elige. En este sentido, un niño que vive en un hogar cuyo jefe es un asalariado no registrado tiene una probabilidad 3,4 veces más alta de experimentar privaciones, comparado con un niño que reside en un hogar cuyo jefe es un asalariado registrado.

Del mismo modo, la brecha entre niñas y niños de diferentes estratos sociales es muy pronunciada. Los niños que están en la base de la escala social tienen una chance 13 veces más elevada de sufrir privaciones, comparados con aquellos que están en la cúspide de la pirámide social. La probabilidad de ser pobre de un niño que reside en el Noroeste Argentino es 6,5 veces más elevada que la de un niño de la Ciudad de Buenos Aires.