La estatua del Rey Sebastián I de Portugal en la Estación de Rossio, en Lisboa, quedó en el suelo y totalmente destruida como consecuencia de la acción negligente de un joven de 24 años. Los hechos sucedieron cuando el sujeto intentó subirse al pedestal sobre el que descansaba la figura con la intención de sacar una fotografía.

Por tratarse de una zona muy transitada de la capital portuguesa, frente al Teatro Nacional, se arremolinaron enseguida numerosas personas. Incluso dos agentes de policía fueron testigos ya que se hallaban en las inmediaciones.

Era una de las joyas municipales en Lisboa, ubicada justo entre los dos arcos en forma de herradura que presiden la estación desde la que parten los trenes hacia Sintra, la preciosa localidad romántica que cautivó a Lord Byron.

Sebastián I de Portugal, también conocido como “El César”, ampliamente venerado, murió en la batalla de Alcazarquivir en 1.578, aunque la leyenda dice que desapareció en un caballo blanco mitológico y que algún día volverá al país en una mañana igualmente blanca (por la nieve, muy difícil de ver a orillas del Océano Atlántico). El Rey era nieto de Carlos I de España e hijo póstumo de la archiduquesa Juana de Austria y del Infante Juan Manuel.

La empresa pública Infraestructuras de Portugal, que gestiona el enclave del ferrocarril de cercanías, anunció que intentará restaurar la estatua, pero además, presentará una querella criminal contra el joven de veinticuatro años por semejante acto de “vandalismo”.

La Estación de Rossio se inauguró en 1890 y, desde el primer día, la estatua se ubicaba allí. Puede contemplarse una réplica en el Museo del Chiado, pero la original quedó reducida a trizas.

Un antecedente cercano de un hecho de gran repercusión que terminó con una obra de arte dañada, se registró en 2012, cuando una anciana intentó restaurar una pintura y la dejó irreconocible.

La mujer decidió "mejorar" por su cuenta una pintura del Ecce Homo del siglo XIX situada en un santuario de Borja (este de España), deteriorada por el paso del tiempo, pero pese a sus buenas intenciones, la destrozó.