Hoy debería ser primero de marzo pero es 29 de febrero y esto es así porque 2016 es año bisiesto. Este fenómeno se sucede cada cuatro años y está directamente relacionado con nuestro calendario romano.

Lo que sucede para que se agregue un día cada cuatro años es lo siguiente: la tierra tarda en girar alrededor del sol unos 365,24219 días. Esto quiere decir que el año calendario en realidad dura un poco más de lo que se acostumbra creer. Para ser precisos esos 24219 equivalen a 5,8 horas o un cuarto de día. 

Como ésa diferencia de un cuarto de día se da cada año, los romanos encontraron una solución práctica al problema en el 45 a.C: obviar esas 5.8 horas durante tres años consecutivos y en el cuarto sumar un día completo a febrero. Siendo que dicho mes es el de menos días con respecto al resto, resulta lógica su elección.

¿Pero por qué tomaron la decisión de ajustar de esta forma el calendario? Básicamente debido a que de no hacerlo ese cuarto de hora modificaría todas nuestras celebraciones pero más importante aún las estaciones del año ya que los meses dejarían de ser fijos.

Sin el año bisiesto el calendario sumaría 25 días cada 100 años y esto por ejemplo provocaría que en nuestro país la navidad se celebre en invierno cada un siglo. Pero las fiestas no es lo único que cambiaría, también afectaría las fechas de siembra y cosecha de cultivos y toda actividad que precise de planificación a mediano y largo plazo. 

Pero el sistema no es perfecto ya que cada 100 años se corrige a sí mismo y se debe saltar un 29 de febrero, esto produce un nuevo atraso que se vuelve a corregir con la aplicación de la fórmula anterior y un nuevo salto de dicho día cada 400 años.