La medicina reproductiva avanza gracias al desarrollo de nuevas técnicas y procesos más eficientes. El área de la preservación de la fertilidad es sin lugar a dudas una de ellas, y si bien el congelado de espermatozoides y embriones son procedimientos altamente eficaces desde hace mucho tiempo, la preservación o congelado de óvulos no lo ha sido hasta hace muy poco.

El primer nacimiento en el mundo de un bebé como resultado de una fertilización in vitro utilizando un ovulo previamente congelado fue en Australia en el año 1986 por el Profesor Christofer Chen. Por aquellos años, se utilizaba una técnica muy poco efectiva, denominada congelamiento lento. Mediante este método se necesitaban congelar un promedio de 150 óvulos para lograr un embarazo, a diferencia de hoy, en que ese valor se reduce a solo 3 a 4 óvulos. Debido a esto las principales Sociedades de Medicina Reproductiva de mundo consideraban el método como experimental.

Con el paso de los años, los procedimientos y técnicas fueron evolucionando siendo cada vez más eficientes y mas seguras, hasta que a principio del siglo 21 se desarrolló la técnica de vitrificación de ovocitos o congelado ultra rápido, proceso en el cual la velocidad de descenso de la temperatura del óvulo es de aproximadamente 20.000 grados centígrados por minuto.

El óvulo es la célula más grande producida por el ser humano, además posee un altísimo contenido de agua, esto hace que al congelarlo en nitrógeno líquido a 196 grados bajo cero, se produzcan cristales de hielo los cuales pueden dañar su propia estructura. Es por esto que la técnica utilizada actualmente deshidrata al óvulo por medio de crioprotectores para prevenir dicho daño a una velocidad tan alta que evita en gran medida este fenómeno.

Fue recién en octubre de 2012 cuando la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva (ASRM) abandona el nivel experimental de la técnica, gracias a que luego de años de evaluación, se encontraron mínimas diferencias en la tasa de embarazo con el uso de óvulos frescos vs. óvulos vitrificados previamente en procedimientos de fertilización in vitro. Además, no se encontró un aumento significativo en defectos congénitos ni problemas en el desarrollo de los niños nacidos a través de esta técnica.  Es por ello que, la ASRM comienza a  recomendarla en mujeres con alguna necesidad médica.

Maternidad o Desarrollo Profesional

Las sociedades modifican sus costumbres a lo largo de la historia, en el caso de la maternidad se ha visto que en los últimos 20 años hubo un cambio en el rol social de la mujer. Hoy en día, prácticamente todas ellas en edad reproductiva, tienen actividades laborales y/o académicas, desafíos profesionales en igual o en mayor medida que los hombres y han postergado el deseo de la maternidad en casi 10 años en las últimas dos décadas.

Hoy el promedio de edad de las pacientes que consultan por infertilidad es de aproximadamente 37 años, cuando en la década del 90, era de entre 25 y 28 años.

Recordemos que a diferencia los testículos del hombre, que desarrollan espermatozoides continuamente, los ovarios de las mujeres no producen óvulos, sino que existe una cantidad determinada en estadios inmaduros desde el nacimiento que, en el comienzo de la edad reproductiva son aproximadamente 400.000, los cuales se utilizan a razón de 1000 óvulos por cada ciclo. Es sabido que los óvulos de mayor calidad son utilizados al principio, es por eso que, a medida que los años pasan además de que la reserva ovárica disminuye, la calidad de estos también.

Esto genera una disminución del potencial fértil, y un aumento en los riesgos de una maternidad en edad avanzada como los son, las cromosomopatías de los niños, los riesgos obstétricos y perinatales.

Aunque a veces existen excepciones en las cuales la edad cronológica no coincide con la edad biológica de las mujeres, como puede ser, en la falla ovárica prematura o en antecedentes de cirugías en los ovarios por quistes o endometriosis, el congelado de óvulos es recomendado realizarlo antes de los 38 años, pero idealmente antes de los 35 años, ya que de esta manera se podrán recuperar más óvulos, de mejor calidad y así tener mayores posibilidades de lograr, a futuro, un embarazo.

¿Cómo se realiza la vitrificación de ovocitos?

Previo al procedimiento es muy importante efectuar una correcta evaluación de la reserva ovárica de la mujer. Ésta se realiza mediante un análisis de sangre y una ecografía ginecológica en los primeros días del ciclo. Con esta información, el profesional podrá determinar si existe posibilidad o no de realizar el procedimiento, como así también,estimar la tasa de éxito del mismo.

El proceso completo consiste en recibir una medicación especifica en forma sub cutánea por aproximadamente 10 días para lograr el desarrollo multi folicular en los ovarios. Durante este periodo, citamos a las pacientes 3 o 4 veces para realiza. análisis hormonales y un estricto control ecográfico del crecimiento folicular. Logrado esto, se realiza, bajo sedación, una punción folicular transvaginal guiada por ecografía con el objetivo de recuperar los ovocitos. Finalizada la punción, las pacientes realizan una internación ambulatoria de aproximadamente 45 minutos, luego de la cual se indica el alta médica para completar la recuperación total en casa.

Sin dudas la preservación de la fertilidad mediante la vitrificación de ovocitos es hoy una realidad y una opción simple, eficiente, estandarizada, segura y más que válida para aquellas mujeres que por alguna razón retrasarán su maternidad.

Casos en los que se recomienda este procedimiento 

- Aquellas mujeres que por alguna razón deban o deseen retrasar su maternidad, ya sea por cuestiones sociales o por no encontrarse en pareja.

- Pacientes que estén dentro de un programa de fertilización in vitro y que por cuestiones morales, legales o religiosas no consideran el congelado de embriones como una opción.

- Mujeres en edad reproductiva que fueron diagnosticadas con alguna enfermedad oncológica y deban realizar un tratamiento médico. Tanto la quimioterapia como la radioterapia pueden  producir un daño irreversible en los ovarios con la consiguiente pérdida de la fertilidad. En estos casos, la vitrificación de los ovocitos permite la  posibilidad de preservar óvulos sanos y una vez superada la enfermedad, las mujeres pueden utilizar dichos óvulos para realizar una fertilización in vitro y lograr un embarazo.