Las relaciones personales moldean nuestras vidas y hoy, los más profundos estudios de neurociencias pueden dar cuenta de esto científicamente hablando. Estas influyen en el estado de ánimo provocando la activación de mecanismos inmuno-endocrinos que modifican también nuestra fisiología.

El entorno, sobre todo el inmediato, no solamente influye en las emociones sino que también hace que el cuerpo se vea afectado.

Cuidar los vínculos incide en el cuidado de la salud

Teniendo esto presente, reflexionemos: cuando las decisiones trascendentes (como por ejemplo tener un hijo) se dan en el contexto de un proyecto conjunto, esa decisión será el fruto de varios acuerdos anteriores; si aparecen dificultades para la concreción de ese proyecto de vida, aparecerán nuevos puntos sobre los que habrá que acordar.

Comúnmente la dificultad para concebir suele estar acompañada de una “tormenta emocional”; tormenta que se afronta con los recursos psicológicos de los que cada uno dispone, partiendo de la significación con la que se interprete esta dificultad.

Es decir, habrá una respuesta individual y una respuesta como vínculo, que pueden diferir en tiempo y en forma. Las diferencias pueden convertirse en crisis vinculares, cuya resolución traerá aparejado un crecimiento personal y de pareja, pero también pueden provocar fracturas vinculares.

¿Cómo comenzar a desarmar estos nudos?

La respuesta inmediata es tomar conciencia de qué nos pasa interiormente y ponerlo en palabras para, desde allí, cultivar la capacidad empática para sintonizar con el otro.

Si no podemos detectar nuestras propias emociones, nombrarlas y darles un curso saludable, entonces tampoco estaremos listos para entender las emociones de los otros y comprender su postura (tal vez sorpresiva o inesperada desde nuestro lugar).

De esta manera tendemos este puente emocional que nos llevará al momento de las propuestas que serán tomadas como un acuerdo posible que se está dispuesto a aceptar. Este puente nos llevará desde el sufrimiento en soledad a la creatividad y realización; cada uno pondrá en juego todos los recursos psicológicos de los que dispone ya que el primer gran acuerdo representa un interés en común.

 

Fuente: proar.com.ar