El dolor en las costillas o dolor torácico es una dolencia muy común que no debemos pasar por alto. Muchas veces, esa molestia en un costado o ese pinchazo al respirar puede deberse a un problema cardíaco, de ahí que sea necesario contar con un diagnóstico médico.

Ahora bien, es importante tener en cuenta que la causa más común del dolor en las costillas se debe a una sobrecarga ocasionada por algún esfuerzo puntual. No obstante, es algo que debemos atender y cuidar.

Un aspecto que debemos conocer es que el dolor que sentimos no se debe a las “costillas en sí” sino a la articulación o a los músculos afectados de esa región torácica en particular.

Según explican los médicos especialistas, el dolor en las costillas suele ser una de las visitas más comunes en el día a día en los centros de atención primaria. La mayoría de las veces, tal y como hemos señalado al inicio, la causa no es más que un mal movimiento, una sobrecarga. Ahora bien, no podemos descartar cualquier otra afección o desequilibrio, de ahí que valga la pena conocer los tipos de enfermedades más comunes asociadas a las costillas.

Las costillas flotantes son los pares de costillas que tenemos en la parte más baja de la caja torácica (y que algunas personas llegan a extirparse para conseguir una cintura más definida). Lo curioso de estas estructuras óseas es que están unidas solamente a las vértebras, y no al esternón o el cartílago que sale del esternón.

El problema de las costillas flotantes es que suelen ser estructuras muy sensibles y cualquier movimiento brusco puede hacer que la vértebra se inflame o que se desplace un poco ocasionando mucho dolor.

La costocondritis es una inflamación de la articulación que une el esternón con las costillas, o bien la zona existente entre la costilla y el cartílago. Podemos sentir dolor al tocar esta zona o incluso ver una clara inflamación en forma de bulto. Duele mucho al respirar y apenas podemos movernos.

La costocondritis es una enfermedad osteomuscular que tarda varios meses en curarse. Suele afectar a gente joven, entre los 20 y los 40 años. Las causas que la ocasionan son múltiples, y pueden ir desde una artritis psoriásica, al lupus o incluso aparecer en épocas de gran angustia y estrés.

El dolor en un costado puede deberse a un golpe o una sobrecarga. Ahora bien, en caso de que no exista un hecho traumático y que el dolor aparezca de la noche a la mañana, sin tener un origen claro, puede ser causa de alguno de estos aspectos mucho más serios.

La angina de pecho es una dolencia causada por un déficit de oxígeno en el corazón, cuyos síntomas pueden iniciarse con dolor torácico, justo detrás del esternón o ligeramente hacia la izquierda, irradiando el brazo, el hombro, o incluso la mandíbula.

El dolor en las costillas también puede avisarnos de un ataque al corazón. Una infección e inflamación en el tejido alrededor del corazón (una pericarditis) también incluye entre los primeros síntomas un dolor en la parte central del pecho.

En ocasiones podemos tener una fisura en la costilla y no saberlo al atribuirlo al simple cansancio. Esto se debe a que muchas personas piensan que las costillas solo se fractura. a raíz de un “impacto” o un mal movimiento. Por ello, debemos tener en cuenta estos aspectos.

La tos fuerte mantenida a lo largo de varios días puede ocasionar pequeñas fisuras o incluso una fractura. Mucha gente no relaciona ese dolor con la “rotura de una costilla” y se sorprende del intenso dolor de esa zona en concreto.

Solo cuando acude al médico y le efectúan una palpación y una radiografía se evidencia la realidad. Para tenerlo más en cuenta vale la pena conocer los síntomas más comunes:

- Observar una protuberancia en el abdomen o en la cintura.

- Una fuerte opresión en el pecho, que se vuelve más intensa cuando respiramos.

- Fuerte dolor cuando tocamos esa zona en concreto.

- También es común que nos falte el aliento cuando intentamos respirar más profundamente.

Para concluir, como se puede ver la sintomatología asociada al dolor en las costillas es muy variada, de ahí que debamos acudir al médico ante cualquier molestia.

Lo más adecuado para tratar esta dolencia suele ser siempre guardar reposo y tomar antiinflamatorios.