La hepatitis C es una enfermedad del hígado causada por el virus del mismo nombre; ese virus puede causar hepatitis, tanto aguda como crónica, cuya gravedad varía entre una dolencia leve que dura algunas semanas, y una enfermedad grave, de por vida.

El virus de la hepatitis C se transmite a través de la sangre, y la mayoría de las infecciones se producen por exposición a pequeñas cantidades; tanto sea. de sangre a través del consumo de drogas inyectables, de prácticas de inyección o de atención sanitaria poco seguras y de la transfusión de sangre y productos sanguíneos sin analizar.

Con esta información Rosario3.com, consulto al doctor Fernando Bessone, médico hepatólogo, Profesor Titular de la Cátedra de Gastroenterología del Hospital del Centenario, UNR, quien así comenzó a expresarse: “En estos momentos en el mundo se calcula que hay 200 millones de personas que son portadoras del virus de la hepatitis C; de los cuales el 20% puede estar cirrótico; lo que significa 40 millones de pacientes cirróticos, de los cuales un porcentaje alto se va a descompensar; va a necesitar trasplante hepático o puede desarrollar un tumor de hígado. Hoy, se sabe también, que el virus de la hepatitis C es la causa número uno de trasplante hepático en el mundo”.  .

¿Cómo se accede al virus ahora llamado C de la hepatitis?

- Se lo comienza a detectar cuando todavía no tenía nombre; se la llamaba ´hepatitis no A  no B´; o ´hepatitis pos transfusional´. Hasta el conocimiento médico de esos días, promediaban los ´90, esta hepatitis sin nombre todavía, estaba ligada a las transfusiones de sangre.

Por lo que ahora es importante que la población sepa que toda aquella persona que se transfundió sangre antes de 1992, año en que aparecieron los kits en los Bancos de Sangre, pudo haber contraído una hepatitis C en la transfusión y es el grupo de riesgo que aún hoy debería chequearse para saber si tiene el virus.

¿La gente puede estar infectada por el virus, no lo sabe y, a la vez, carece de síntomas?

- El virus es un ´traidor´, ya que se aloja en el organismo y no se hace sentir hasta que ocasiona daños, en algunos casos, irreparables; ya que, con el tiempo, puede producir una enfermedad grave sin haberse manifestado con ningún síntoma. Incluso, el paciente puede debutar con una cirrosis descompensada; y, entre un 5 a un 10% puede debutar con un tumor hepático, y, muchas veces, con pocas expectativas de tratamiento.

¿Qué hacer, entonces. si es una enfermedad silente. Si hay gente que tiene el virus y ni siquiera lo sabe?

- Creemos que la población en general tiene que conocer cuáles son los factores de riesgo; la salud pública debería comunicar esto para que la población reciba la información adecuada; sobre todo, aquellas personas que, antes de 1992, recibieron productos de la sangre; o se inocularon con vacunas en la época en que no había descartables; personas que compartieron jeringas, personal de hospital que se pinchó y que tiene dudas. Todas estas personas deben chequearse.

¿Cómo lo hacen?

- Es fácil y muy económico; en la consulta médica se le pide al clínico que le ordene una determinación para virus C de la hepatitis. Es un anticuerpo que dice si el paciente tuvo contacto con el virus de la hepatitis C.

¿Con ese informe voy a mi médico clínico?

- Así es. Un virus positivo con ese anticuerpo no significa que tengas hepatitis crónica; sí la va a tener el 80%; porque un 20% que ha tenido ese anticuerpo positivo se curó espontáneamente. Ante el análisis positivo del virus de la hepatitis C, a ese 80% de los pacientes, el clínico o el hepatólogo deberá pedir la carga viral, que es un análisis más complejo y específico; cuyo resultado dirá si realmente esa persona es portadora del virus de la hepatitis C.

¿Una vez cumplida esta etapa, hay con que combatirlo?

- Una vez que el virus es positivo, se lo ´tipifica´, para saber qué genotipo tiene, ya que hay varias cepas, por lo menos, cuatro en nuestro país, y no todas tienen la misma evolución, ni la misma respuesta terapéutica; entonces elegimos la estrategia terapéutica según el tipo de virus C que ese paciente porta. Hoy en día, los antivirales que disponemos son potentes y efectivos; y prácticamente no queda fuera ningún genotipo sin responder al tratamiento.

Buenas noticias

“Hemos asistido a La Reunión de Washington; que es la reunión de Hepatitis a virus C más importante del mundo, junto a la europea”; expresó el doctor Bessone y agregó: “durante la misma, se mostró que la eficacia de los antivirales llegan a un 100%. Dieron a conocer la existencia de un fármaco que antes del mes de junio de este año, será comercializado en nuestro país. Es un tratamiento en el que se administran tres comprimidos diarios y que, en 8 semanas, cura el 100 % de los casos de pacientes que no recibieron tratamientos; y que no están cirróticos.

¿Por lo tanto, el paciente que no recibió tratamiento y no está cirrótico es el candidato ideal?

- En los pacientes cirróticos y en aquellos que recibieron tratamientos previos, la tasa de respuesta no es tan alta pero está dentro del rango del 90% de efectividad.

Hoy, en nuestra ciudad ¿el paciente sin cobertura médica puede acceder a este tratamiento en los hospitales públicos?

- Sí. La Aduana liberó una partida de tratamientos donados por la Fundación Messi al Ministerio de Salud de la Nación para todos los pacientes que concurran al hospital público y que tengan el genotipo que tuvieren. En el Hospital Centenario estamos dispuestos a recibir a cualquier paciente que necesite tratamiento y que carezca de obra social.

Recomendaciones para pacientes de riesgo

Le pedimos al doctor Bessone que enfatice en algunas recomendaciones a tener en cuenta por la población. Y al respecto dijo: “En las reuniones internacionales cuando formamos parte de mesas de discusión se polemiza sobre si la pesquisa debe hacerse en toda la población o solamente en aquellos que pudieron haberse infectado. Personalmente creo que todos estamos expuestos a contagiarnos con el virus de la hepatitis C, aunque hoy estamos mucho menos expuestos todos; si estamos ´limpios´ de drogas; no compartimos jeringas ni hojas de afeitar; si el pedicuro, al peluquero usan elementos descartables y coloca el instrumental en formol, tenemos menos posibilidades de infectarnos.

Pero hay un segmento poblacional conformado por las personas que nacieron entre los años 40 y 70, personas que hoy tiene entre 55 y 70 años, y que pasaron por un odontólogo que en aquella época utilizaba alcohol para poner en el explorador, el mismo que luego usaba con otro paciente. Más allá de su voluntad, el odontólogo contribuyó a diseminar la enfermedad ya que no contaban con los elementos ni el conocimiento necesario para hacer frente a esta enfermedad que estalla años después. Nadie lo sabía; tampoco el acupunturista. Los virus necesitan formalina y/o estufa a 160°.

Hasta que no apareció el HIV a mediados de los 80, no existía el cuidado necesario y a partir de allí toda la prevención pasó a ser perentoria.

Cualquier persona que fue al odontólogo antes del año 92 debe ser chequeado. Hoy tenemos al 40% de pacientes que no pueden relatar un foco de contagio. Y eso es darle muchas chances a la enfermedad”.

Fernando Bessone, hepatólogo | Mat. 7243
Profesor Titular de la Cátedra de Gastroenterología
de la Facultad de Medicina, de la UNR